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06 noviembre 2006

Retratos ejemplares


Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)

Se puede confiar en las malas personas;
no cambian jamás . (William Faulkner)
La arpía


Este prototipo se da en todas las clases sociales, culturales y en ambos sexos, en cuanto a la maldad se refiere, pero este apelativo es exclusivo siempre del prototipo femenino, ya que la propia acepción del término es: 1. “Monstruo fabuloso con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña.” Y 2. “Se aplica a una mujer mala, de mal carácter, que usa un lenguaje insultante y grosero.” En este segundo significado habría que añadir que el lenguaje grosero puede no ser necesario en todos los casos como característica definitoria de este espécimen peligroso, porque muchas veces el lenguaje de la arpía es sinuoso, insidioso y calculado en sus efectos.

Es, por tanto, un prototipo femenino –sin que ello conlleve implícitamente la idea de que el ser perverso y maléfico no se pueda dar en el género masculino, de lo que hay demasiados ejemplos-. Aceptando, en este caso, la definición de arpía exclusiva para uno de los sexos, el femenino, nos encontramos a este tipo de personas representado por una mujer de cualquier edad y condición, nivel cultural y social, profesión, si la tuviera, y capacidad, por lo que, algunas, han cursado estudios medios o superiores, pero realizados sin vocación ni entusiasmo, buscando sólo el título que las distinga, por esa búsqueda constante de las meras apariencias.
Si está casada y, además de madre de familia, trabaja, suele hacerlo siempre con, independencia de su valía, en un puesto que le otorgue cierto mando, para lo que suele estar dotada, ya que si algo le gusta es mandar e imponer su voluntad a todos e intentar siempre que los demás hagan su santa voluntad, porque ésto es consustancial a su temperamento dominante y soberbio

No suele tener aficiones, porque nada le gusta y todo le aburre, por lo que su conversación es bastante limitada, al igual que su inteligencia, su educación y su cultura, porque no ha leído más libros que los que le han exigido durante su etapa de estudiante, si alguna vez lo fue y, desde entonces, el único libro que lee es el de cuentas, por eso del ahorro y la economía en los que es toda una experta –reflejado en la simbología de las características de ave de rapiña- y, por ello, en su trato cotidiano, suele ahorrar simpatía, calidez humana y respeto al prójimo, ya que los considera un gasto inútil que no le depara ganancia alguna que es lo que, en verdad, siempre busca en sus relaciones personales, familiares y laborales..

Cuando desempeña un trabajo suele ser del tipo de “especialista” o “técnica” en algo, aunque nunca demuestre realmente cuál es su especialidad, ya que el puesto siempre es genérico y difuso, al igual que el conjunto de sus obligaciones, aunque este personaje prototípico es especialista, únicamente, en crear la discordia y la desunión, tanto en las relaciones personales y familiares como en las laborales, en cuya innoble misión demuestra siempre que sí es una técnica cualificada y ,por ello, genera, con su sola presencia, un malestar general en la empresa u organización en la que trabaja, creando un clima de descontento generalizado y rivalidad entre el personal, en el caso del mundo laboral, o suele provocar la discordia en el seno familiar, procurando, con sus intrigas y la elaboración de rumores, chismorreos y malévolas insinuaciones siempre difamatorias, crear sospechas entre unos y otros miembros de la familia, grupo de amigos o compañeros de trabajo. Para ello, se vale de todas las tretas imaginables, realizando acciones ilegales o, al menos, deshonestas, como es la escucha de conversaciones privadas o el espionaje, para lo que no tiene escrúpulos en instalar micrófonos ocultos y demás artilugios; realizando también actos reprobables para, después, achacar su autoría a terceras personas inocente; o bien, haciendo comentarios y creando rumores, que suele achacar a otros de una manera implícita; pero procurando, en todo momento, quedar a margen del problema suscitado por sus malas artes con el latiguillo acostumbrado para este arquetipo de la inidia humana que es “a mí no me metas en líos” o “yo no de este asunto no quiero saber nada”, olvidando que es la autora de dichos problemas, líos o asunto de los que se quiere zafar, una vez conseguida su meta que es siempre conseguir hacer efectivo el dicho de" divide y vencerás".,

Por su tendencia innata a la intriga y la manipulación, en el ámbito familiar suele hacerse amiga y confidente, aunque sólo en apariencia, de los otros miembros disidentes, rebeldes o, simplemente vinculados por lazos políticos – sus tácticas varían desde buscar la complicidad entre concuñados para aliarse en contra de la familia de los propios cónyuges, por ejemplo, o realizar una labor secreta y constante para desunir a quienes están unidos por lazos de afecto o amistad-, así como intenta separar a los nuevos amigos, compañeros de trabajo, etc, llegados al grupo, o al centro laboral, a los que intenta avisar de quiénes son los componentes del mismo a los que “debe evitar” por ser problemáticos, raros o difíciles, creando siempre así un muro invisible de incomunicación y desprestigio a quien no le ríe las gracias, no se deja manipular por la arpía y sus tejemanejes o, simplemente, le estorba para sus ocultos objetivos nunca confesados.

Esto misma actitud de intriga y discordia la mantiene en el mundo laboral en donde procura hacerse amiga aparente de los pelotas, correveidiles y cotillas más afamados dentro de la organización, con los que con frecuencia va a tomar café o comparte charlas y corrillos, pero siempre dentro del margen acotado de unas relaciones en las que prima el chivatazo, la delación y las acciones más infames hechas por encargo de quien delega en otros los trabajos sucios de los que la arpía, aún siendo la inductora o cómplice necesaria, prefiere permanecer al margen, por eso de la categoría laboral y sus exigencias,que cree ostentar, o en función de sus propios intereses que son los que priman siempre por encima de cualquier escrúpulo, de los que parece estar exenta.

Desprecia a todos los miembros de la familia, amigos y conocidos a los que no puede manipular a su antojo y, por supuesto, a los compañeros o empleados de la empresa u organización en la que simula trabajar y a los que aparenta tratar como iguales -aunque es difícil igualar en catadura moral a semejante hiena- , incluidos a sus supuestos iguales jerárquicos de quienes siempre se siente superior por méritos y capacidad, aunque nadie más piense que es así porque, además de inoperante e inútil, es bastante dada a la incapacidad para desempeñar un cargo y oficio que no sea puramente rutinario y mecánico en su cometido, ya que carece de capacidad de improvisación en un momento dado, además de iniciativa y rapidez mental, por lo que es adecuada únicamente a las tareas de simple control del trabajo ajeno, debido a su frialdad de carácter y a su tendencia a la intolerancia, lo que se puede ver en su rostro en el que no se aprecia nada más que una acusada falta de expresividad emocional, frialdad y antipatía.

Tiene la rigidez y dureza, en su conducta, de todos los que son poco inteligentes, pero posee una astucia muy acusada en conseguir sus propósitos que, muchas veces, se reducen a hacer la puñeta al prójimo que no se avenga a sus deseos o no quiera hacerle la pelota, debilidad de toda arpía en cuanto a buscar la sumisión y la total docilidad de los otros, especialmente de los subalternos y supuestos amigos a los que desprecia; pero utiliza para sus fines, por su innata capacidad para la hipocresía y la dualidad

Si está casada, su matrimonio suele ser bastante insatisfactorio para ella y, sobre todo, para su marido, pues éste suele ser un hombre expansivo y vital, en total contradicción con la sequedad amarga de la arpía, y por ello suele huir de las asperezas angulosas caracterológicas de su mujer, en busca de la cálida armonía y del atractivo de otras mujeres con mayor feminidad y gracia. Por esa insatisfacción emocional y sexual acusada, suele gustarle fastidiar a los demás que, aunque no le aporta el mismo placer, por lo menos, le proporciona alguna satisfacción compensatoria de tan largas temperadas de abstinencia. No es extraño, por ello, que odie a toda mujer que no tenga sus mismas características de rigidez mental, sequedad emocional o de falta de feminidad de la que adolece la arpía, además de que pueda ser más atractivas, inteligentes, culta o independiente de criterio, lo que le hace ser un perfecto blanco de las insidias de ese ave carroñera, por el simple hecho de que se encuentre por el mismo camino por el que transita su amargura insatisfecha, y a la que declara una guerra sorda y constante en la que intenta ganar la batalla que libra con sus propios fantasmas de mujer carente de toda gracia; batalla, además, que siempre termina perdiendo, porque no se gana ninguna batalla en la que la iniquidad y la cobardía sean las únicas armas para quien no conoce más artes que las que le ha enseñado su propia naturaleza de arpía, que es igual que decir su propia y natural vileza.

No goza de simpatías, pero todos los que la rodean le temen porque saben cuál es la verdadera especialidad de la experta en materias tan indescifrables como sus propias ideas, cocidas al fuego lento de su mala leche y puestas en práctica en el páramo existencial que es su vida de mujer insatisfecha, dominante, envidiosa y prepotente.Por ello, en su vida privada no tiene demasiados amigos porque no es dada a cultivar las relaciones humanas para las que carece de la generosidad y la capacidad de compartir necesarias; y en el trabajo tampoco tiene compañeros, a su juicio, sino sólo compinches a los que desprecia y que le cuentan los cotilleos y le mantienen informada sobre las idas y venidas, conversaciones, rumores, disidencias y sucesos cotidianos que, después, sabe utilizar para su provecho y en perjuicio de otros.

Suele tener escasa o nula inteligencia emocional, educación, en el sentido real de la palabra ,y menos aún, respeto por los otros, quizás por sentir indiferencia, cuando no desprecio o envidia, la más letal de las emociones, debida a su creencia implícita en su propia y supuesta superioridad que pone en evidencia en gestos y actitudes y que sólo se basa en su propia indiosincrasia en la que predomina la ambición, la maldad y la hipocresía. Por todo ello, demuestra,cuando quiere ofender o menospreciar a alguien -cosa tan habitual en alguien tan sobrado de vileza-, algunos de los gestos o actitudes injuriosas siguientes: hacer comentarios negativos en público sobre el físico, carácter o características personales de quienes envidia y, por ello, ataca; taparse la cara cuando se cruza con alguien como queriendo aparentar que el otro le molesta con su sola presencia; propalar rumores falsos y vejatorios contra el blanco de la arpía para desacreditarlo ante los demás, sobre todo cuando esos otros muestran admiración, afecto y respeto por el blanco de las iras de este trasunto entre mujer y ave de carroña y un largo etcétera en el que no falta ningún aspecto de la hipocresía, la manipulación y la maldad gratuita, sobre todo gratuita, porque si algo le espanta de verdad a este dechado de virtudes escabechadas en el vinagre de su propia acidez envidiosa, es que no le gusta gastar ni dinero ni esfuerzos en el trabajo, empatía o generosidad hacia el prójimo, capacidad de afecto, simpatía o comprensión, y sólo gasta mala educación, grosería, insolencia y, en algunas ocasiones, supuestas “bromas”, a pesar de la su total carencia de sentido del humor y que no esté basado en zaherir y burlarse de los demás, en las que siempre se oculta el deseo de humillar, ridiculizar o expulsar del ambiente familiar, del grupo de amigos, trabajo u organización a quien le molesta y le incordia porque le pone en evidencia su propia mediocridad, en comparación, ya sea por la negativa del blanco de sus dardos envenenados, en otro muñeco de guiñol que la arpía pueda manejar a su antojo; pero estos actos de humillación, acoso, y ridiculización del otro, sea en forma de indirectas, groserías evidentes, faltas de respeto o simples “bromas” -en este último caso son siempre actos anónimos y los realiza de forma mediata, utilizando los servicios de los parientes, amigos, compañeros de trabajos o subordinados-, son los que ponen de manifiesto la verdadera naturaleza de esta arpía profesional, simple ama de casa, universitaria o sin estudios, empleada o ejecutiva y, en ocasiones, esposa, madre e hija, pero lo que sí es siempre, sin excepción alguna, una hija de p...



Ana Alejandre

© Copyright 2006. Todos los derechos reservados.

20 octubre 2006

Cronica cultural y literaria


La noticia cultural y literaria por excelencia y que eclipsa a las restantes, es la que protagoniza hoy, 20 de octubre, Oviedo, bella ciudad en la que se han concedido los Premios Príncipes de Asturias, que cumplen 25 años en esta edición, en un emotivo y concurrido acto en el Teatro Campoamor, siendo los galardonados, en sus diferentes áreas, los siguientes, relacionados en el mismo orden en el que fueron entregados los diferentes galardones:

National Geographic Society, Premio de Comunicación y Humanidades.

Selección Española de Baloncesto, Premio de Deportes.

Juan Ignacio Cirac, Premio de Investigación Científica y Técnica,

Paul Auster, Premio de las Letras.

Pedro Almodóvar, Premio de las Artes.

Bill Gates y esposa, Premio a la Cooperación Internacional.

Mary Robinson , Premio de Ciencias Sociales.
(ex-presidenta de Irlanda)

Isabel Croqwley,, Premio de la Concordia
(Directora del Fondo de Maciones Unidas para la Infancia)

Abrió el acto el discurso pronunciado por el escritor estadounidense Pal Auster y finalizó con el pronunciado por el Príncipe de Asturias.

En los pasados días, algunos de los galardonados han participado en diversos actos en Asturias, como el protagonizado por Almodóvar y Auster, que ofrecieron el jueves por la noche, en Gijón, un coloquio en el que trataron en común sobre las raíces de sus impulsos creativos.

Mary Robinson, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales,llegó al Principado el mismo viernes y en su rueda de prensa se ha referido al proceso de paz en el País Vasco y vaticinó "mucho sufrimiento" aunque afirmó que éste "merecerá la pena" refiriéndose a los resultados que se pueden obtener, pero olvidando añadir que será la ETA y sus aledaños los favorecidos por el "mucho sufrimiento" de las víctimas y el pueblo español, en general, porque no se puede extrapolar lo sucedido en Irlanda, en esa cruenta guerra civil entre católicos y protestantes que empezó hace siglos, a España donde sufrimos el zarpazo sangriento de la simple, pura y dura acción terrorista.

Es curioso que se le haya dado este premio a alguien que ve positivo el "proceso de paz" -que no es más que una claudicación ante el mundo etarra y sus exigencias- que sufrimos los españoles en estos momentos.

¿Casualidad u opotunismo es dicha concesión? Los lectores inteligentes tienen la palabra.


Ana Alejandre

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Paul Auster



Paul Auster

Paul Benjamin Auster nació en Newar, estado de New Jerrsey (Estados Unidos), el 3 de febrero de 1947, hijo de Samuel Auster yQueenie, matrimonio que ejercieron diversos edificios en Jersey City.

Auster tuvo desde la infancia una apasionada afición por la lectura, siendo sus escritores favoritos Miguel de Cervantes (su libro preferido es "El Quijote"), Fedor Dostoievski, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Samuel Beckett o William Shakespeare, Nathaniel Hawthorne, entre otros.

Cursó estudios secundarios en el instituto Marplewood y después viajó por diferentes países europeos, como,España, Italia Francia o Irlanda. Más tarde, estudió lengua y literatura inglesa en la Universidad de Columbia, en la que se graduó en 1970. En esos años mantenía relaciones sentimentales con Lydia Davis, hija del escritor Robert Gorham Davis.

Una vez finalizados sus estudios trabajó, por mediación de su padrastro Norman Schiff ( el nuevo marido de su madre, tras divorciarse de Samuel Auster), en un petroleru y, posteriormente, viajó a Francia. En dicho país trabajó como traductor de autores franceses, especialmente poetas, hasta su regreso a los Estados Unidos en 1974, en cuyo año se asentó en Nueva York y se casó con Lydia con la que seguía manteniendo su noviazgo.

En Nueva York comenzó a trabajar como periodista, escribiendo en "The New York Review of Books" y en "Harper’s Saturday Review". A mediados de la década de los 80 y después de su etapa de escritor de poesía, y ensayos Auster debutó como novelista con "Jugada de presión" (1982), que fue publicada con el pseudónimo de Paul Benjamin. Em ese año publicó el libro de corte autobiográfico "La invención de la soledad" (1982).

Para entonces ya estaba divorciado de Lydia, se divorciaron en 1981, y Paul se casó con la escritora noruega Siri Hustvedt, con la que ha tenido dos hijos, Daniel y Sophie, y fue a partir de entonces cuando Auster fue conocido internacionalmente al publicar con éxito "La Trilogía de Nueva York", tríada de novelas del género de intriga formada por "La ciudad de cristal" (1985), "Fantasmas" (1986) y "La habitación cerrada" (1986).

Más tarde, Auster publicó otros libros como "El país de las últimas cosas" (1987), "El palacio de la luna" (1989), "Pista de despegue" (1990), "La música del azar" (1990), "El cuento de Navidad de Auggie Wren" (1991), "Leviatán" (1992), "El cuaderno rojo" (1993), "Mr. Vértigo" (1994), "Smoke" (1995), "A salto de mata" (1997), "Heridas de amor" ( cuyo título inglés es "Lulu on the bridge") (1999), "Sophie Calle: Doble Juego" (1999), "Tombuctú" (1999), "El libro de las ilusiones" (2002), y "La noche del oráculo" (2003).

También ha escrito poesía, de la que fue un traductor de los grandes poetas franceses y a la que reconoce como una gran inspiradora de su propio talento creador, y ha publicado un poemario titulado "Cimientos" (1990), una colección de relatos titulada "Creía que mi padre era Dios" (2002), que reunía historias enviadas por oyentes de un programa de radio, y también escribió algunos guiones cinematográficos como "Smoke", que fue una película dirigida por Wayne Wang , y basada en su propia obra, "Blue in the face" (1995). Este film co-dirigido por Wang y el propio Auster, quien, posteriormente, dirigió en solitario "Lulu on the bridge" (1999).

Paul Auster destaca como un excelente narrador de historias enigmáticas y sugerentes en relación con el problema de la identidad personal, situadas en ambientes urbanos y realistas a los que añade ciertos aspectos mágicos a esa realidad matizada por la intriga y el misterio, además de la importancia del azar, las circunstancias personales y el propio destino.

Su última novela publicada es "Brooklyn Follies" (2006) -que está dentro de la lista de los libros más vendidos en España en las últimas semanas- y cuya historia que está protagonizada por Nathan Glass, un hombre que regresa a su Brooklyn natal con el propósito de escribir un libro después de superar el cáncer que padecía y divorciarse de su mujer, es una narración que cautiva al lector desde el primer momento y se ve atrapado por el apasionante mundo de Auster, este extraordinario contador de historias de las que todos, de una u otra forma, nos sentimos parte por la sorprendente y magistral carnalidad que le otorga a sus personajes.

No es extraño, por ello, que a Paul Auster le hayan concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de este año, porque es un mago que sabe atrapar en su prosa todo el misterio y el enigma de la vida humana; pero conjugándola magistralmente con la realidad prosaica y cotidiana de cualquier ciudadano, independientemente del país en el que viva, en este complejo siglo XXI.

Ana Alejandre
© copyright 2006. Todos los derechos reservados

Retratos ejemplares - Wl pseudo caballero



Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)
No hay mayor placer que ser tratado como un idiota por un imbécil (Oscar Wilde)

El pseudo caballero

Le gusta vestir con cierta elegancia, para lo que se encarga, algunas veces, los trajes a medidas y, sobre todo, las camisas, a las que dedica una especial atención. Todo debe ser, o parecer, único, exclusivo y hecho a su medida, al igual que la conciencia que, según el día de la semana y la ocasión, se la ajusta a las necesidades del caso, en justa correspondencia a su proverbial afición a la simetría y la proporción.

Su seguridad en sí mismo se basa, primordialmente, en utilizar a los demás como peana para alzarse sobre ellos, cosa natural para quien siempre debe quedar por encima -olvidando el conocido axioma que afirma que el simple hecho de querer quedar por encima es un reconocimiento implícito de estar por debajo-, lo que le lleva siempre a poner en duda la inteligencia, el talento, la cultura, la clase y la honestidad de los demás, por eso de que aquello de lo que se carece no se puede reconocer en los otros.

No admite más amabilidad hacia los demás que aquella que tenga como destinatario a alguien igual o superior en jerarquía o poder, según su propio baremo de calidades y excelencias, porque utilizar la cortesía con inferiores supone, para alguien como el pseudo caballero, rebajarse a su altura. A los "inferiores", según su juicio, en categoría social, laboral, o jerárquica, sólo los ignora o los utiliza para aquellos trabajos serviles, molestos o desagradables, impropios de todo caballero. Si alguna vez es agradable con alguien " inferior" a su nivel, -todo ello a su juicio, naturalmente, que suele ser muy poco acertado- es para conseguir un fin, aunque sea indirecto, o para despistar a quien recibe sus constantes muestras de cortesía porque, a sus espaldas, se burla de la supuesta candidez de aquél. Naturalmente, su principal afición, en alguien tan desprovisto de inquietudes de cualquier tipo que no sean las de mostrar siempre su falta de escrúpulos, es intentar burlarse de los demás a través de bromas anónimas, que considera muy ingeniosas y divertidas, consistentes en ridiculizar públicamete a alguien de formas diversas: negarle el saludo públicamente, unas veces; saludarle continuamente en otras ocasiones, imitar ruidos raros delante de la persona burlada, etc, y toda clase de acciones propias de un quinceañero maleducado y no de un aspirante a caballero, además de la diversión que le supone realizarlas, según la temporada o la ocasión propicia para despistar al receptor de la broma, porque todos saben quién es el autor de los hechos menos la víctima de ellos que, supuestamente, sigue en la inopia, "deslumbrada" por la inteligencia de su burlador, Por esa afición a las bromas, o por su peculiar sentido del humor, basado en reírse de los demás o, al menos, intentarlo, todo se lo toma a broma: el trabajo, el adulterio frecuente -siempre que sea él quien lo cometa y no su esposa porque eso no tendría ninguna gracia para el aspirante a caballero y bromista en ejercicio-, la responsabilidad laboral o profesional, el respeto a los demás, la hombría de bien, el sentido de la dignidad y la decencia, pues estas son cuestiones que por no serle conocidas y, menos aún, ejercidas, le parecen meras palabras, sin significado alguno.

Suele ocupar un cargo ejecutivo, pero sin excesiva responsabilidad, en una empresa familiar o de amigos, pero siempre gracias a las relaciones familiares o amistosas o algún puesto intermedio en la Administración, sacado por oposición, eso sí, que es el único y último esfuerzo que hace en todo el resto de su vida, porque, lo que de verdad le gusta, es vivir de rentas producidas por el trabajo de los demás.

Por supuesto, el trabajo le da alergia, y no primaveral, sino durante todas las estaciones del año, por lo que suele tener fama de vago y de delegar sus responsabilidades en otros: secretarias, colaboradores, ayudantes, etc,; y sólo cumple con sus obligaciones imprescindibles porque en ello se juega el sueldo que, es al fin y al cabo, lo único que le importa al aspirante a caballero y vividor de oficio y con beneficio. Por ello, siempre suele buscar a una rica heredera para esposa y si no lo consigue, misión difícil para quien sólo tiene planta - y de ahí le viene el complejo físico de "guaperas" y por consiguiente, el complejo psíquico de ser superior, lo que le provoca la sensación de estar por encima de todo y de todos, especialmente, del bien y del mal- y, sobre todo, mucha ambición, se conforma con menos capital, pero siempre que su futura esposa tenga un apellido ilustre, conocido, o que sea "pariente de", pero procurando tener muchos hijos con ella -que suele ser tonta y bastante pasiva, mujer ideal para todo aspirante a caballero que se precie-, y así tenerla ocupada para que no le dé la lata y no se entrometa en su vida: la doble y triple que vive quien, como todo vividor, sabe tirar la piedra y esconder la mano y con la otra señalar al prójimo.

Le gusta decir que practica algunos deportes -aunque su única afición deportiva sea el "dolce far niente", (el dulce no hacer nada)es decir, no dar un palo al agua-; pero todas sus aficiones deportivas, sin excepción, son siempre elitistas y aptas para cuentas corrientes saneadas; la hípica, el golf, la vela, etc.; aunque no practique ninguno, pero sea socio del club de golf más próximo y haga un esfuerzo para pagar la cuota y sólo corretee por el campo intentando poder atinarle un solo golpe a la dichosa pelotita; al igual que intenta ser socio del club de hípica sin tener idea de equitación, o alquile un velero por horas -que pilota el patrón, porque lo único que tiene de conocimientos y afición a la náutica es la gorra de patrón de yate-. Naturalmente, lo importante es poder presumir, no practicar unas aficiones para las que ni tiene aptitudes ni conocimientos y, menos aún, ganas.

En general, suele ser descendiente de familias en las que hay algún antepasado con un título de poca monta, quien pudo casar con mujer adinerada y a la que desplumó el capital a base de juergas, partidas en el casino y mujeres; o, entre sus ancestros, existen mujeres con famas de casquivanas que tuvieron amores adúlteros con amigos de la familia y, quizás, de la misma hubo descendencia, por lo que suele tener un cierto complejo de bastardía. Todo esa memoria familiar le produce a nuestro pseudo caballero un cierto tufo de nobleza rancia y de hidalguía ya perdida que intenta recuperar, quitándole el polvo y las telarañas, a base de altivez que no ocultan su inseguridad en que, de un momento a otro, se pueda desmoronar el andamiaje en el que sustenta su estúpido orgullo de don nadie con aspiraciones a ser considerado todo un caballero y que los demás así le rindan pleitesía; aunque en su comportamiento demuestre siempre que lo que más prima es su falta de caballerosidad, cultura, educación y respeto que son las verdaderas señas de identidad de un verdadero caballero.

No suele afrontar sus responsabilidades, sean éstas el embarazo de la amante de turno, los daños causados a un tercero a causa de su afición a las bromas o, simplemente, el adulterio cometido, el que negará siempre ante su mujer, porque si algo teme es tener que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos y. en un gesto camaleónico que le caracteriza, suele urdir disculpas enrevesadas, excusas inverosímiles y trata de escurrir el bulto que es el recurso en el que es un verdadero maestro por eso de la cobardía congénita y la hipocresía de la que tiene una excelente marca -lo que podría corroborar su esposa, entre otras mujeres-.

Cuando se siente descubierto lo único que desea es huir y poner tierra de por medio, olvidándose la hidalguía, la prosapia y el orgullo por el camino, porque es difícil, por no decir imposible, guardar el tipo y la honra mientras se corre a toda pastilla y cagándose en los pantalones. Es decir, nuestro aspirante a caballero en esas ocasiones demuestra lo que en verdad es: un perfecto gilipollas y un necio impresentable, pero no sordo, porque cuando emprende su huida aún tiene tiempo de oir las carcajadas de sus "inferiores", embromados o no, que, con gesto de burla, le gritan a coro: "¡maricón el último!".


Ana Alejandre
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