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06 noviembre 2006

Retratos ejemplares


Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)

Se puede confiar en las malas personas;
no cambian jamás . (William Faulkner)
La arpía


Este prototipo se da en todas las clases sociales, culturales y en ambos sexos, en cuanto a la maldad se refiere, pero este apelativo es exclusivo siempre del prototipo femenino, ya que la propia acepción del término es: 1. “Monstruo fabuloso con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña.” Y 2. “Se aplica a una mujer mala, de mal carácter, que usa un lenguaje insultante y grosero.” En este segundo significado habría que añadir que el lenguaje grosero puede no ser necesario en todos los casos como característica definitoria de este espécimen peligroso, porque muchas veces el lenguaje de la arpía es sinuoso, insidioso y calculado en sus efectos.

Es, por tanto, un prototipo femenino –sin que ello conlleve implícitamente la idea de que el ser perverso y maléfico no se pueda dar en el género masculino, de lo que hay demasiados ejemplos-. Aceptando, en este caso, la definición de arpía exclusiva para uno de los sexos, el femenino, nos encontramos a este tipo de personas representado por una mujer de cualquier edad y condición, nivel cultural y social, profesión, si la tuviera, y capacidad, por lo que, algunas, han cursado estudios medios o superiores, pero realizados sin vocación ni entusiasmo, buscando sólo el título que las distinga, por esa búsqueda constante de las meras apariencias.
Si está casada y, además de madre de familia, trabaja, suele hacerlo siempre con, independencia de su valía, en un puesto que le otorgue cierto mando, para lo que suele estar dotada, ya que si algo le gusta es mandar e imponer su voluntad a todos e intentar siempre que los demás hagan su santa voluntad, porque ésto es consustancial a su temperamento dominante y soberbio

No suele tener aficiones, porque nada le gusta y todo le aburre, por lo que su conversación es bastante limitada, al igual que su inteligencia, su educación y su cultura, porque no ha leído más libros que los que le han exigido durante su etapa de estudiante, si alguna vez lo fue y, desde entonces, el único libro que lee es el de cuentas, por eso del ahorro y la economía en los que es toda una experta –reflejado en la simbología de las características de ave de rapiña- y, por ello, en su trato cotidiano, suele ahorrar simpatía, calidez humana y respeto al prójimo, ya que los considera un gasto inútil que no le depara ganancia alguna que es lo que, en verdad, siempre busca en sus relaciones personales, familiares y laborales..

Cuando desempeña un trabajo suele ser del tipo de “especialista” o “técnica” en algo, aunque nunca demuestre realmente cuál es su especialidad, ya que el puesto siempre es genérico y difuso, al igual que el conjunto de sus obligaciones, aunque este personaje prototípico es especialista, únicamente, en crear la discordia y la desunión, tanto en las relaciones personales y familiares como en las laborales, en cuya innoble misión demuestra siempre que sí es una técnica cualificada y ,por ello, genera, con su sola presencia, un malestar general en la empresa u organización en la que trabaja, creando un clima de descontento generalizado y rivalidad entre el personal, en el caso del mundo laboral, o suele provocar la discordia en el seno familiar, procurando, con sus intrigas y la elaboración de rumores, chismorreos y malévolas insinuaciones siempre difamatorias, crear sospechas entre unos y otros miembros de la familia, grupo de amigos o compañeros de trabajo. Para ello, se vale de todas las tretas imaginables, realizando acciones ilegales o, al menos, deshonestas, como es la escucha de conversaciones privadas o el espionaje, para lo que no tiene escrúpulos en instalar micrófonos ocultos y demás artilugios; realizando también actos reprobables para, después, achacar su autoría a terceras personas inocente; o bien, haciendo comentarios y creando rumores, que suele achacar a otros de una manera implícita; pero procurando, en todo momento, quedar a margen del problema suscitado por sus malas artes con el latiguillo acostumbrado para este arquetipo de la inidia humana que es “a mí no me metas en líos” o “yo no de este asunto no quiero saber nada”, olvidando que es la autora de dichos problemas, líos o asunto de los que se quiere zafar, una vez conseguida su meta que es siempre conseguir hacer efectivo el dicho de" divide y vencerás".,

Por su tendencia innata a la intriga y la manipulación, en el ámbito familiar suele hacerse amiga y confidente, aunque sólo en apariencia, de los otros miembros disidentes, rebeldes o, simplemente vinculados por lazos políticos – sus tácticas varían desde buscar la complicidad entre concuñados para aliarse en contra de la familia de los propios cónyuges, por ejemplo, o realizar una labor secreta y constante para desunir a quienes están unidos por lazos de afecto o amistad-, así como intenta separar a los nuevos amigos, compañeros de trabajo, etc, llegados al grupo, o al centro laboral, a los que intenta avisar de quiénes son los componentes del mismo a los que “debe evitar” por ser problemáticos, raros o difíciles, creando siempre así un muro invisible de incomunicación y desprestigio a quien no le ríe las gracias, no se deja manipular por la arpía y sus tejemanejes o, simplemente, le estorba para sus ocultos objetivos nunca confesados.

Esto misma actitud de intriga y discordia la mantiene en el mundo laboral en donde procura hacerse amiga aparente de los pelotas, correveidiles y cotillas más afamados dentro de la organización, con los que con frecuencia va a tomar café o comparte charlas y corrillos, pero siempre dentro del margen acotado de unas relaciones en las que prima el chivatazo, la delación y las acciones más infames hechas por encargo de quien delega en otros los trabajos sucios de los que la arpía, aún siendo la inductora o cómplice necesaria, prefiere permanecer al margen, por eso de la categoría laboral y sus exigencias,que cree ostentar, o en función de sus propios intereses que son los que priman siempre por encima de cualquier escrúpulo, de los que parece estar exenta.

Desprecia a todos los miembros de la familia, amigos y conocidos a los que no puede manipular a su antojo y, por supuesto, a los compañeros o empleados de la empresa u organización en la que simula trabajar y a los que aparenta tratar como iguales -aunque es difícil igualar en catadura moral a semejante hiena- , incluidos a sus supuestos iguales jerárquicos de quienes siempre se siente superior por méritos y capacidad, aunque nadie más piense que es así porque, además de inoperante e inútil, es bastante dada a la incapacidad para desempeñar un cargo y oficio que no sea puramente rutinario y mecánico en su cometido, ya que carece de capacidad de improvisación en un momento dado, además de iniciativa y rapidez mental, por lo que es adecuada únicamente a las tareas de simple control del trabajo ajeno, debido a su frialdad de carácter y a su tendencia a la intolerancia, lo que se puede ver en su rostro en el que no se aprecia nada más que una acusada falta de expresividad emocional, frialdad y antipatía.

Tiene la rigidez y dureza, en su conducta, de todos los que son poco inteligentes, pero posee una astucia muy acusada en conseguir sus propósitos que, muchas veces, se reducen a hacer la puñeta al prójimo que no se avenga a sus deseos o no quiera hacerle la pelota, debilidad de toda arpía en cuanto a buscar la sumisión y la total docilidad de los otros, especialmente de los subalternos y supuestos amigos a los que desprecia; pero utiliza para sus fines, por su innata capacidad para la hipocresía y la dualidad

Si está casada, su matrimonio suele ser bastante insatisfactorio para ella y, sobre todo, para su marido, pues éste suele ser un hombre expansivo y vital, en total contradicción con la sequedad amarga de la arpía, y por ello suele huir de las asperezas angulosas caracterológicas de su mujer, en busca de la cálida armonía y del atractivo de otras mujeres con mayor feminidad y gracia. Por esa insatisfacción emocional y sexual acusada, suele gustarle fastidiar a los demás que, aunque no le aporta el mismo placer, por lo menos, le proporciona alguna satisfacción compensatoria de tan largas temperadas de abstinencia. No es extraño, por ello, que odie a toda mujer que no tenga sus mismas características de rigidez mental, sequedad emocional o de falta de feminidad de la que adolece la arpía, además de que pueda ser más atractivas, inteligentes, culta o independiente de criterio, lo que le hace ser un perfecto blanco de las insidias de ese ave carroñera, por el simple hecho de que se encuentre por el mismo camino por el que transita su amargura insatisfecha, y a la que declara una guerra sorda y constante en la que intenta ganar la batalla que libra con sus propios fantasmas de mujer carente de toda gracia; batalla, además, que siempre termina perdiendo, porque no se gana ninguna batalla en la que la iniquidad y la cobardía sean las únicas armas para quien no conoce más artes que las que le ha enseñado su propia naturaleza de arpía, que es igual que decir su propia y natural vileza.

No goza de simpatías, pero todos los que la rodean le temen porque saben cuál es la verdadera especialidad de la experta en materias tan indescifrables como sus propias ideas, cocidas al fuego lento de su mala leche y puestas en práctica en el páramo existencial que es su vida de mujer insatisfecha, dominante, envidiosa y prepotente.Por ello, en su vida privada no tiene demasiados amigos porque no es dada a cultivar las relaciones humanas para las que carece de la generosidad y la capacidad de compartir necesarias; y en el trabajo tampoco tiene compañeros, a su juicio, sino sólo compinches a los que desprecia y que le cuentan los cotilleos y le mantienen informada sobre las idas y venidas, conversaciones, rumores, disidencias y sucesos cotidianos que, después, sabe utilizar para su provecho y en perjuicio de otros.

Suele tener escasa o nula inteligencia emocional, educación, en el sentido real de la palabra ,y menos aún, respeto por los otros, quizás por sentir indiferencia, cuando no desprecio o envidia, la más letal de las emociones, debida a su creencia implícita en su propia y supuesta superioridad que pone en evidencia en gestos y actitudes y que sólo se basa en su propia indiosincrasia en la que predomina la ambición, la maldad y la hipocresía. Por todo ello, demuestra,cuando quiere ofender o menospreciar a alguien -cosa tan habitual en alguien tan sobrado de vileza-, algunos de los gestos o actitudes injuriosas siguientes: hacer comentarios negativos en público sobre el físico, carácter o características personales de quienes envidia y, por ello, ataca; taparse la cara cuando se cruza con alguien como queriendo aparentar que el otro le molesta con su sola presencia; propalar rumores falsos y vejatorios contra el blanco de la arpía para desacreditarlo ante los demás, sobre todo cuando esos otros muestran admiración, afecto y respeto por el blanco de las iras de este trasunto entre mujer y ave de carroña y un largo etcétera en el que no falta ningún aspecto de la hipocresía, la manipulación y la maldad gratuita, sobre todo gratuita, porque si algo le espanta de verdad a este dechado de virtudes escabechadas en el vinagre de su propia acidez envidiosa, es que no le gusta gastar ni dinero ni esfuerzos en el trabajo, empatía o generosidad hacia el prójimo, capacidad de afecto, simpatía o comprensión, y sólo gasta mala educación, grosería, insolencia y, en algunas ocasiones, supuestas “bromas”, a pesar de la su total carencia de sentido del humor y que no esté basado en zaherir y burlarse de los demás, en las que siempre se oculta el deseo de humillar, ridiculizar o expulsar del ambiente familiar, del grupo de amigos, trabajo u organización a quien le molesta y le incordia porque le pone en evidencia su propia mediocridad, en comparación, ya sea por la negativa del blanco de sus dardos envenenados, en otro muñeco de guiñol que la arpía pueda manejar a su antojo; pero estos actos de humillación, acoso, y ridiculización del otro, sea en forma de indirectas, groserías evidentes, faltas de respeto o simples “bromas” -en este último caso son siempre actos anónimos y los realiza de forma mediata, utilizando los servicios de los parientes, amigos, compañeros de trabajos o subordinados-, son los que ponen de manifiesto la verdadera naturaleza de esta arpía profesional, simple ama de casa, universitaria o sin estudios, empleada o ejecutiva y, en ocasiones, esposa, madre e hija, pero lo que sí es siempre, sin excepción alguna, una hija de p...



Ana Alejandre

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