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04 junio 2014

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBAN

por Ana Alejandre                                              
Manuel Vázquez Montalbán

Manuel Vázquez Montalban, ensayista, poeta, periodista y novelista, nació en Barcelona en 1939.

Licenciado en Filosofía y Letras y Periodismo, escribió una prolífica obra literaria que comprende poesía, ensayo, novelas y artículos periodísticos.

Una faceta suya, desconocida para el gran público, fue la de poeta que inició en los años sesenta y fue catalogado como uno de los nueve "novisimos" en la antología de Josep María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970). Escribía poesía y, además, ensayos y artículos periodísticos en los que siempre predominaba la crítica social y política, junto a elementos de la cultura popular como son el cine, la copla, el cómic y la publicidad, entre otros.

Activista político en sus años juveniles en contra del régimen de Franco, militó primero en el Frente de Liberación Popular -agrupación que formaban muchas y distintas militancias y también en movimientos independentistas-, y posteriormente se afilió al Partido Socialista Unificado de Cataluña (de ideario comunista), por lo que sometido a un consejo de guerra y condenado, en 1962, a tres años de prisión.

No pudo encontrar la regulación de su estatus profesional hasta que empezó a colaborar en el equipo editorial de la publicación más señaladamente en la oposición "tolerada" por el régimen franquista, como fue la revista "Triunfo" hasta su desaparición. En esta publicación Vázquez Montalbán se hizo acreedor de una fama de articulista mordaz e incisivo y de cuyo período han sido publicados varios libros que contienen sus artículos y ensayos como Crónica sentimental de España o también Manifiesto subnormal. Además de la colaboración con dicha publicación, también lo hizo con el periódico El País y la revista Interviú, La Vanguardia y Hermano Lobo hasta su muerte.

Entre sus obras se encuentran los títulos: Una educación sentimental (1967), Movimientos sin éxito (1969), Coplas a la muerte de mi tía Daniela (1973), A la sombra de las muchachas sin flor (1973), Praga (1982), Pero el viajero que huye (1990), Ciudad (1997) y Ars amandi (2001); así como las recopilaciones Memoria y deseoPoesía (1963-1983)(1986) y Memoria y deseo. Poesía (1967-1990) (1996).

Si embargo, su fama le vino de su actividad como novelista y creador del famoso detective Carvalho. Sus novelas son numerosas y entre ellas figuran los siguientes títulos:Recordando a Dardé y otros relatos (1969), El pianista (1985), Los alegres muchachos de Atzavara (1987) y Cuarteto (1988). Es menester resaltar el ciclo de novelas policíacas que protagoniza el detective Pepe Carvalho, al que antes se aludía, entre las que se encuentran: Yo maté a Kennedy (1972), Tatuaje (1974), La soledad del manager (1977),Los mares del Sur (1979), Asesinato en el Comité Central (1981), Los pájaros de Bangkok(1983), La rosa de Alejandría (1984), El balneario (1986), El delantero centro fue asesinado al atardecer (1988), El laberinto griego (1991), Quinteto de Buenos Aires(1997) y El hombre de mi vida (2000). Por último y de forma póstuma, apareció Milenio Carvalho, formada por dos partes, Milenio Carvalho I. Rumbo a Kabul Milenio Carvalho II. En las antípodas, ambas publicadas en 2004.

Entre sus últimos libros están las obras entre el ensayo y el reportaje: Panfleto desde el planeta de los simios (1995), Pasionaria y los siete enanitos (1995), Un polaco en la corte del rey Juan Carlos (1996), Y Dios entró en La Habana (1998) y Marcos: el señor de los espejos (1999); y las novelas El señor de los bonsáis (1999) y Erec y Enide (2002).

Otros títulos de distinta significación como Crónica sentimental de España (1971) o Mis almuerzos con gente inquietante (Planeta, 1984), completan el panorama literario de autor prolífico y polifacético como Vázquez Montalbán.

Su obra ha sido traducida a los principales idiomas. Sus narraciones se han publicado reunidas en Pigmalión y otros relatos (Seix Barral, 1987), y varios de sus ensayos en el título Escritos subnormales (Seix Barral, 1989).

Además de las obras antes citadas, escribió el guión de su novela El laberinto griego de la película, dirigida en 1992, por Rafael Alcázar. También, es autor de una antología de la canción popular española que alcanza hasta el año 1975.

Entre los muchos premios y distinciones que recibió a lo largo de su actividad literaria se pueden citar al Premio Planeta y el internacional de Literatura Policiaca en Francia por Los mares del sur (1979), el Premio Nacional de Literatura en 1991 por la novela Galíndez(1990); y el Premio de la Crítica por El estrangulador (1994).

Vázquez Montalbán falleció en Bangkok el 18 de octubre de 2003.


Comentarios sobre su obra: 

En relación a su obra poética, el poemario Una educación sentimental (1967) se puede considerar una obra especialmente renovadora de la poesía española de esos años, al igual que Praga (1982), ambas están contenidas integramente en el volumen Memoria y deseo.

En cuanto a su actividad narrativa ésta se enmarca dentro de un amplio abanico de recursos literarios, dentro de la experimentación, lo que le llevó a crear innumerables textos inclasificables en su estilo, adaptando así a la novela las innovaciones que ya había realizado en el campo de la poesía.

En otros de sus títulos El pianista (1985), novela que está fuera del ciclo que dedica al personaje de Pepe Carvalho, ese inefable detective, ha reflexionado sobre el papel del artista en la sociedad actual. Así como en Galíndez, obra galardonada con el Premio Nacional de Narrativa y el Premio Literario Europeo, narra con amarga lucidez un determinado y trágico episodio de la lucha contra los abusos del poder y el crimen de Estado, haciendo una profunda reflexión sobre la integridad moral y las cuestiones éticas.

Vázquez Montalbán es un escritor ante todo crítico con la sociedad que le tocó vivir, pero a pesar de su talante combativo, especialmente en los primeros años de su juventud y en la obra correspondiente a ese período, es un innovador tanto en la poesía como en sus obras de narrativa, queriendo desgajarse así de la tradición literaria y buscando otros medios de expresión más acordes con la época convulsa en la que vivió y vivimos, en un rupturismo no sólo fomal, sino también conceptual. Para él la literatura no sólo engloba temas puramente literarios, sino también metaliterarios, para ofrecer un caleidoscopio en el que pueda quedar retratada la sociedad en la que le tocó vivir y reflejarla en todos sus matices: políticos, sociales, artísticos y literarios, haciéndose preguntas sobre el papel del intelectual, del artista como hacedor de opinión, como vehículo de expresión de lo que el hombre de su tiempo, el nuestro, siente, vive y piensa, sea o no políticamente correcto, y las preguntas que se hace sobre los grandes problemas del ser humano y sus posibles soluciones que sólo pueden venir desde la honestidad y la integridad moral que sea el norte de una sociedad ahora y entonces en bancarrota.



Artículos de Manuel Vázquez Montalbán

Vacíos (,El País, 6 de octubre de 2003)                                   
Manuel Vázquez Montalbán

No hemos valorado lo suficiente la sensación de vacío que nos espera cuando del friso político desaparezcan Pujol, Aznar y muy probablemente Arzalluz. El primero en marcharse es Pujol y con razón se quejan los pujolistas por los muchos elogios que ahora recibe el Honorable, ratificada la costumbre española, y curiosamente también catalana, de elogiar a los muertos y pulverizar a los vivos. Nunca les he votado, pero siempre he dicho que Pujol y González han sido los mejores políticos de la transición. Felipe González tuvo que aprender a gobernar ocupando una administración en buena parte todavía de diseño franquista con escasas experiencias de poder por parte del socialismo español, casi todas vinculadas al período de guerra civil. En cuanto a Pujol, era un conservador-liberal-socialdemócrata a lo sueco mal visto por la derecha sociológica franquista catalana por su condición de torturado, condenado y encarcelado por el franquismo y no bien contemplado por la progresía porque quiso ser banquero.

Recuerdo que Ibáñez Escofet, el gran periodista director de Tele Express, me contaba sus esfuerzos para convencer al Conde de Godó entonces reinante en La Vanguardia,de las cualidades de Pujol: Pero ha estado en la cárcel, le oponía el conde, por algo sería. La derecha catalana apostó por Pujol cuando comprobó que ganaba, que incluso ganaba por mayoría absoluta y la base de la fuerza social del pujolismo fue interclasista, como la del general De Gaulle. Para esas bases, el Honorable interpretó magníficamente un papel a medias inspirado en el humorista Joan Capri y a medias en Charles Laughton, el portentoso e histriónico actor inglés. Ha sido mérito de Pujol, el único indiscutible, que sin perder la vocación soberanista de cualquier nacionalista, ha conservado el oremus y el sentido de la orientación a la estela de la consigna del Rey la noche del tejerazo:Tranquil, Jordi, tranquil.

El vacío de Pujol, el de Aznar y si además se va Arzalluz, esta no es España, que me la han cambiado. O el PNV encuentra un heredero con su misma capacidad de provocación o habrá que asumir el estilo del experimentado ciclista Ibarretxe al que sólo la insensatez de Aznar le permite instarle a que cambie de piñon.


El mal (El País 8 de septiembre de 2003)


En un momento de pesimismo histórico escribí que el bien no existe y el mal probablemente, sí. Tengo hoy menos motivos que ayer para pensar lo contrario y de todas las agresiones intelectuales y emocionales que trasmite el actual desorden internacional, la más lacerante es Palestina. Ese conflicto es una herida expresamente abierta para que nunca cicatrice y sea factor de justificación de tutelajes, crueldades, represiones, genocidios, exterminio sin solución. Ni siquiera prospera el supuesto empeño Bush de explicar un factor de tranquilización que facilitaría la paz palestina. Diseñado primero por el Reino Unido y más tarde por los Estados Unidos, como un estado garita vigilante del lago subterráneo de petróleo de la zona y de todas las teologías de la seguridad condicionadas por la guerra fría, Israel está condenado al papel de centinela terrible, de aterrorizado agente de terror de estado.

La dimisión de Abu Mazen, primer ministro palestino, demuestra que los radicalismos terroristas, el de los movimientos palestinos emancipatorios y el del propio estado de Israel, dominan la lógica de la situación. El poder tampoco vuelve a Arafat. Sería más justo decir que el no poder ha vuelto a Arafat y que la voluntad pacificadora tampoco depende del viejo galápago, sino de una correlación de fuerzas subterráneas que se consideran muy lejos todavía del final de la tragedia. Arafat reclama que Bush obligue a Sharon a cumplir los muy mínimos requisitos mínimo del plan de paz y Sharon responde que la incapacidad del poder palestino para frenar el terrorismo obliga a la réplica brutal y cotidiana del estado de Israel.

Las religiones que nos afectan, consideran esa zona como privilegiado escenario original de sus coartadas redentoristas. Recientemente visité el Santo Sepulcro casi solo, en el inicio de un viaje por Oriente Medio en el que también estuve casi solo en las mejores ruinas, viaje en el que sobre todo noté las ausencias. Es decir, los que no habían viajado porque temen no sólo las bombas, sino también el miedo a comprobar la crueldad de todos los dioses. La tortura y la matanza convertidas en virtudes teologales. Sin permiso siquiera de la ONU.



22 septiembre 2013

JUAN MARSÉ

Juan Marsé, escritor
por Ana Alejandre

              Nació el 8 de enero de 1933 en Barcelona, muriendo su madre en el parto, quedando al cuidado de su padre, taxista de profesión, que lo dio en adopción a un joven matrimonio apellidado Marsé que no podía tener hijos, por lo que lo adoptó a las pocas semanas de nacer.
        En la ciudad condal transcurrió su infancia y también residió en dos pueblos: de la provincia de Tarragona: Sant Jaume dels Domenys y Arboç del Penedés, donde residían sus abuelos. estudió hasta la adolescencia, porque a los 13 años comenzó a trabajar en un taller de joyería, abandonando los estudios,   ya ue siempre fue un mal estudiante que pasaba más tiempo en la calle jugando y los estudios le interesaban poco. Mientras ejercía dicho oficio comenzó a sentir nítidamente su vocación literaria y publicó sus primeros poemas en la revista Ínsula, entre 1957 y 1959,.y obtiene el premio de cuentos Sésamo.
            Es un apasionado lector de novelas de aventuras, única referencia cultural que tiene en su vida marcada por la penuria del barrio de trabajadores que le marcaronn de forma indeleble y cuyos recuerdos, de los que se nutre principalmente su obra, conforman buena parte de las historias que relata en sus novelas. 
            La influencia política que recibe de su padre adoptivo que había sido de Esquerra y, después del PSUC, pero como militante atípico, yendo por libre, calaron hondo en el joven Marsé que se declara un "voyeur del anarquismo" por la fuerte influencia paterna, pues Marsé consideraba a su padre más como un resistente que como un anarquista.
            Su primera novela empieza a escribirla cuando tenía 22 años, Encerrado con un solo juguete, con la que queda finalista en el premio Biblioteca Breve de 1960 que queda desierto por falta de quorum y que le lanzó en su carrera literaria, aunque el escritor no se encontraba satisfecho, a pesar de las buenas críticas recibidas por esa obra, que se ajustaba al estilo de realismo social entonces muy en boga. 
            Se traslada a París ese mismo año, siguiendo los consejos del poeta Gil de Biedma, y empieza a trabajar como mozo de almacén en el Departamento de Bioquímica Celular del Institut Pasteur, al servicio de Jacques Monod, Premio Nobel y de ideología comunista, con el que mantiene conversaciones sobre la España franquista y comienza su relación con el PCE, influido no tanto por Monod, sino porque dicha organización hacía un fuerte oposición al Gobierno de Franco; partido que abandonó por surgir fuertes desavenencias con sus dirigentes por la intransigencia que mostraban ante la conducta sexual de uno de sus miembros que no era la ortodoxa.
            De regreso a Barcelona, en 1962, publica Esta cara de la luna, obra que no figura en sus obras completas por deseo del escritor que la rechaza. Años más tarde, en 1965, publica Últimas tardes con Teresa con la que obtiene el premio Biblioteca Breve de Seix Barral y que se define como una crítica o parodia de la novela social en sus dos modalidades: la primera, como la expresión del sufrimiento del pueblo y, la segunda, como la constatación de la decadencia de la burguesía, pero siempre desde el lado de la caricatura y el esperpento, porque Marsé afirma ser un gran admirador de Valle-Inclán.
            A partir de entonces, se dedica de pleno a la literatura y abandona definitivamente su oficio de joyero. Empieza a colaborar como columnista en periódicos y revistas, así como colabora con editoriales y escribe diálogos cinematográficos junto a Juan García Hortelano que era amigo suyo.
En 1966 contrae matrimonio con Joaquina Hoyas de la que tiene dos hijos. También, publica en 1970 una extraordinaria novela titulada La oscura historia de la prima Montse, en la que se pone de manifiesto las coordenadas literarias que ha seguido a lo largo de su trayectoria literaria hasta el momento y que son la nota definitoria de toda su obra y sirven para comprender el universo literario de este autor.
            Fue a partir de 1970 cuando comienza a escribir una novela que se considera cumbre en su carrera literaria Si te dicen que caí, publicada en 1972, considerada una de las más importantes novelas escrita después de la guerra. En esta novela aparecen unos relatos inventados por los protagonistas llamados aventis que continuarán apareciendo en bastantes de sus obras posteriores.
            Se vio obligado a publicarla en México, país en el que recibió el Premio Internacional de Novela, por haber sido censurada en España. En ella, inspirada en su infancia y en el territorio en el que se desenvolvió, se encuentran las claves de toda su obra, al poner de manifiesto su sempiterna actitud crítica ante la realidad sociológica de la época en la que transcurre, los años de la reciente posguerra, y ese tono de continua crítica y rechazo a lo establecido será siempre el marco en el que discurrirán obras posteriores en las que pone de manifiesto su continua rebeldía ante una realidad social que no le gustaba ni le gustará nunca, porque su actitud no ha cambiado con el paso de los años, manteniendo siempre su actitud beligerante sea cual fuere la sociedad en la que viva.
            Comienza a colaborar con la revista Por favor, manteniendo una columna dedicada a relatos sobre personajes de actualidad con la que consigue un gran éxito. El Premio Planeta se le otorga por su novela La muchacha de las bragas de oro, novela a la que sigue Un día volveré (1982) y Ronda de Guinardó (1984), novelas en las que la materia narrativa se compone de la propia memoria del escritor, de sus vivencias y sensaciones que le sirven para componer el tejido narrativo de sus historias, como si, además de escribir una obra literaria, con ella también exorcizara a sus propios demonios interiores en un intento de, al recobrar la memoria de sus años vividos, recrear de nuevo aquel tiempo, a los personajes que lo habitaron y a su propia e íntima verdad personal que se incardina así en la historia colectiva de un pueblo. El propia autor afirma que la realidad en sí misma le importa poco y que prefiere la realidad inventada, porque en ella y en su interpretación se encuentran verdades profundas, claves para interpretar lo vivido, el tiempo que ya no volverá y se encuentran así los signos descifrados de un pasado que empieza a tener vida, coherencia y significado cuando ya no existe, paradójicamente, y sólo lo hace en la memoria del escritor que la revive a través del lenguaje, de la palabra, de la memoria y la emoción.
            A partir de 1990 se produce su consagración y éxito como escritor ya consolidado. Recibe el Ateneo de Sevilla por El amante bilingüe; y en 1994 le conceden por su novela El embrujo de Shanghái el Premio de la Crítica y el Aristeion, premios estos que revalidan aún más su triunfo como escritor. Después, un largo silencio de siete años hasta que vuelve a publicar, en el 2000, su última novela, Rabos de lagartija,que es premiada doblemente con el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa, siendo este último el primer reconocimiento oficial que se le hizo con demasiado retraso a este escritor, una de las más importantes figuras del panorama literario español. También recibió por esta novela el Premio Juan Rulfo que es el más alto galardón literario que concede México.
            En 2001 publicó una selección de artículos sobre cine que habían sido publicados anteriormente en la prensa, entre 1995 y 1996, con el título Un paseo por las estrellas. Cuentos completos (2002) es, como su título indica, la colección de los relatos cortos escritos desde 1957. En 2005 publicó, también, la novela Canciones de amor en el Lolita’s club.
            Su obra rompió con las técnicas narrativas que existían en España en la década de los sesenta y setenta, además de llevar la carga ferozmente crítica que es una constante en su narrativa. Se define Marsé como un escritor catalán que escribe en español. Su narrativa se relaciona con la de escritores con los hermanos Goytisolo, García Hortelano o Martín Santos, todos ellos que empezaron a escribir en la misma época que Marsé: entre los años 1955 a 1970. 
            Sin embargo, no se le puede encuadrar en ninguna de la tendencias narrativas que existen en la actualidad, porque su obra ofrece unas características peculiares, singulares, que la hacen distinta a todos los "ismos" literarios, incluso tampoco puede ser encuadrado en el "realismo mágico" que es el movimiento literario al que más se aproxima, pero sin que se pueda calificar como tal a su estilo que supera a la llamada novela social de los años cincuenta. 
            Hay una constante en su obra que es el mito del padre lejano y desconocido que impregna toda sus novelas como una especie de sombra, de trauma no resuelto y de fantasma que planea sobre el escritor de forma sutil pero presente y que otorga a su narrativa un eco de pérdida y añoranza que no mengua con los años.

La isla del libro y el día del tesoro


Juan Marsé
Juan Marsé, escritor


Veo sentada ante mí, en casa, a la joven estudiante de robustas rodillas y nervioso bolígrafo que me visita para anotar en su cuaderno gravísimos datos sobre mis novelas con destino a su tesina; la veo parpadear, confusa, ante mis delgadas respuestas (que no encajan en su vasto y complicado plan de estudios: le digo, por ejemplo, que el Pijoaparte jamás se propuso desenmascarar a la burguesía catalana, sino simplemente enamorar a Teresa), la veo cotejar notas, alterar esquemas, rectificar planteamientos, desorientada, y yo, algo entristecido, me pregunto quién la ha desorientado, cuándo y cómo ha perdido esa muchacha el placer de leer. Afirma que la novela le gustó, pero se nota que no lo pasó bien leyéndola, y lo que es peor, ya no considera importante el pasárselo bien leyendo novelas. Entonces, ¿quién o quiénes le quitaron a esa chica el deseo de disfrutar con un libro, dejándole sólo la obligación de aprender? ¿Aprender qué, además? ¿Sociología, semiótica y semiología, estructuralismo, sentido y forma, relaciones metalingüísticas, perspectiva exógena y estructura interna?

Por un breve instante, horribles fantasmas de posibles tesinas pasadas y futuras desfilan por mi mente con extravagantes títulos: El significado de los toros y de la humilde patata en la poesía de Miguel Hernández -Estructura, calor y sabor de las magdalenas en la obra de Proust - El Pijoaparte hijo natural semiótico de Henry James, con permiso de Félix de Azúa - Los silencios de Moby Dick y su relación metalingüística con la pata de palo de John Silver y con el mezcal y los barrancos de la prosa deMalcolm Lowry - Madame Flaubert soy yo, dijo Federico García Lorca.

¡Maldición, estamos rodeados! Así es imposible leer, hay que saber demasiadas cosas, hay que amueblar la mente de bidets teóricos, hay que ser experto en demasiadas chorradas -le digo a la desilusionada estudiante de graves rodillas y afanoso bolígrafo. Se han empeñado ellos, los malditos tambores de las cátedras y de los institutos, los avinagrados columnistas de diarios de provincias, los rastreadores de estilos y figuras de la alfombra, los rebuznos de la crítica trascendente y los cuarenta años de incultura franquista, en convertir la lectura de un libro en cualquier cosa menos en un placer, un acto libre y espontáneo, una aventura personal con la imaginación. ¿Quieres un consejo? Tira por la borda ese cuaderno y ese bolígrafo y ponte a leer, sobre estas rodillas sojuzgadas de estudiante aplicada, y con ojos infantiles a ser posible, renovada la capacidad de asombro, el sentido de la vida y la imaginación penetrante, otra vez, "La isla del tesoro". Callarán los bobos tambores eruditos y recobrarás el tesoro de leer.

[Publicado por primera vez en "El Periódico", 22/4/79]

PARABELLUM
Por Juan Marsé

Agazapado sobre la mesa escritorio, Luys Ros empuñó la suntuosa y pesada estilográfica y la suspendió unos segundos sobre el folio veinte.
-¿Tú qué opinas, Mao? -dijo alegremente- ¿Lo hago?
El enorme bulldog, de un lustroso color avellana, abandonó la alfombra donde yacía y salió del estudio sin dignarse mirar a su amo. Poco después, cuando Luys Ros introduce la primera falacia en la redacción de sus memorias, apenas considera el hecho como una simple licencia poética, un personal ajuste de cuentas con el pasado que no cesa de importunar. Pero ese detalle trivial, la alteración de la fecha en que dejó de usar el fino y bien recortado bigote (1957, que tachó con la pluma para anotar 1942) provocaría en el texto una reacción en cadena de imprevisibles consecuencias. Encerrado en su retiro de la playa, en esta casa donde aprendía a aceptar con indiferencia su soledad, la muerte repentina de su mujer y el desprecio de sus hijos, empezó a torturar los folios mecanografiados mediante tachaduras y notas al margen. Arrepentirse de algo es modificar el pasado, pensó. Podría encabezar el capítulo sexto como epígrafe.
O bien invocar a M.: ni el pasado ha muerto, ni está el mañana ni el ayer escrito. Tres injertos ficticios en el tronco biográfico de la posguerra y nacerán las ramas que han de protegerte de cualquier acusación: ya en el año cuarenta y dos flaqueaba tu fidelidad a la ideología que te convocó en el treinta y seis: quedaría demostrado. Concibió la posible escena con Olvido, poco antes de la boda, soleada primavera en el recuerdo. Entre los utopistas de la victoria, yo era entonces uno más. Olvido: sus andares de novia en el Paseo de Gracia, el vuelo airoso de su falda estampada, el dorado vello de sus brazos. Salón Rosa. Aquí.
Luys Ros consultó unas notas de su diario. 28?10?42: Hoy envío a P. L. E. un poema para Escorial. He hablado por teléfono con L. F. V. y me confirma su asistencia a la boda. Aperitivo con Juan Antonio y Maribel en La Puñalada. Por la tarde, piernas cruzadas de Olvido en el Salón Rosa. Sus rodillas con polvo de reclinatorio, su indiferencia ante la lista de boda. D. R. regresó de Rusia. Aquí, eso es. Confesarle a Olvido tu decisión irrevocable de renuncia. Alegre muchacha de la Sección Femenina, en cuya Oficina de prensa trabajaba entonces, se llevaría un disgusto de muerte, eres alta y delgada, una terrible decepción. Su militancia tenaz, tan femenina. Tenía que ser la primera en saberlo, mañana en su casa. Pero al día siguiente, al entrar en aquel piso del Ensanche, el olor a medicinas, la palidez y la angustia de su madre, el silencio grave en el dormitorio, describir el ambiente: Olvido en la cama, demacrada. bellísima, el primer síntoma alarmante de una extraña enfermedad (por cierto, pensó mientras perfilaba la falsa escena, en esa época o poco después sufrió realmente un desvanecimiento, su madre lo recordaría si aún viviera. O sea: perfecto, encaja).
La conversación privada con el anciano médico de la familia, Goday creo que se llamaba (fallecido también, por fortuna) describir los síntomas, asesorarme con un médico: seguramente intensos dolores en pecho y brazos, parálisis parcial, etcétera. Quizá más verosímil la diabetes, tal vez leucemia, insuficiencia renal. O mejor una enfermedad cardíaca, una antigua lesión de la infancia a la que no se había dado importancia y se había reproducido, y que Olvido soportaría toda su vida con entereza ejemplar, en secreto. Sólo él lo sabría, su marido. Sembrar el texto de las memorias con los síntomas, desde ese día hasta su muerte: mareos, vómitos, palpitaciones. Hacerlo creíble, normal. Asesorarme con discreción. Pulir el estilo, maestro. Ni énfasis ni preciosismo...
A través de la ventana abierta, le llegó a Luys Ros el bullicio de los bañistas en la playa. La doble hilera de toldos listados, en los que predominaba el color fucsia, se extendía sobre la arena. Sí, evitar la retórica litúrgica, el entrañable estilo tan celebrado ayer y que hoy hace tronchar de risa a mis hijos y a Mariana, malditos hijos de la paz. Luys Ros arrugó el ceño sobre la nota al margen y dejó la pluma. Este injerto, destinado al capítulo cuarto y, pendiente de ulteriores precisiones de tipo médico, concluía con su decisión de postergar la ruptura con la Falange y con el Régimen hasta que Olvido superase la "grave enfermedad".


29 enero 2013

JOSÉ LIÍS SAMPEDRO

José Luís Sampedro, escritor y economista
por Ana Alejandre


Este escritor y economista, nació en Barcelona en 1917, pero con raíces familiares multiculturales, ya que su padre nació en La Habana, su madre en Argelia, y sus abuelos nacieron uno de ellos en Manila y otra de sus abuela en Lugano, Suiza italiana. 

Todos estos influjos fueron determinantes en su formación y también el hecho de haber vivido en Tánger desde que tenía cinco años de edad hasta la adolescencia, ciudad en la que nacieron dos de sus hermanos.
Al comenzar la guerra civil española, en 1936, fue movilizado y alistado en filas del ejército republicano, pero después pasó al bando nacional. En esta época comenzó a escribir poemas.
Finalizada la guerra, empezó a trabajar como funcionario de aduanas, en 1940, en Melilla, aunque solicitó más tarde el traslado a Madrid. Fue al acabar la guerra cuando escribió su primera novela La estatua de Adolfo Espejoque, no obstante, no fue publicada hasta 1994.
Contrajo matrimonio, en 1946, con Isabel Pellicer, de cuya unión nació, en 1947, su hija Isabel.
Su labor literaria se compaginaba con sus deberes profesionales dentro del mundo de la economía, por lo que en 1951 fue nombrado asesor del Ministro de Comercio. En ese mismo año publicó su novela congreso en Estocolmo, y años más tarde publicó sus primeras obras de economía Principios prácticos de localización industrial, 1957, y
Realidad económica y análisis estructural,1959.
Fue nombrado Catedrático de Estructura Económica, en1955, en la Universidad Complutense de Madrid, puesto que ocupó hasta 1969. Publica su novela El río que nos lleva, en 1951. Por haber sido expulsados de la Universidad los profesores Aranguren y tierno Galván, creó junto a ellos el Centro de Estudios e Investigaciones (CEISA), que fue clausurado por orden del Gobierno tres años más tarde. En esos años, además de su dedicación docente, trabajaba como economista en el Banco Exterior. En 1967, publica su nueva obra de economía Las fuerzas económicas de nuestro tiempo.
El caballo desnudo, su siguiente novela fue publicada en 1970 y principios de esa década aceptó el puesto de profesor visitante en las Universidades inglesas de Salford y Liverpool, pero regresó a España para desempeñar de nuevo el puesto de asesor económico de la Dirección General de Aduanas y fue también profesor 
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Bibliografía:

José Luis Sampedro : la escritura necesaria / Gloria Palacios 

Publicación: Madrid : Siruela, [1996] 
322 p. :
Colección: Los libros del tiempo ; 81 

Palabras y memoria de un escritor / Francisco Martín Martín
Publicación: La Coruña : Editorial Netbiblo, [2007], 330 p.




Bibliografía de José Luís Sampedro

Jose Luís Sampedro, escritor

BIBLIOGRAFÍA

Novela:
Congreso en Estocolmo, 1951.
El río que nos lleva, 1961.
El caballo desnudo, 1970.
Octubre, octubre, 1981.
La sonrisa etrusca, 1985.
La vieja sirena, 1990.
Real sitio, 1993
La estatua de Adolfo Espejo, 1994.
La sombra de los días, 1994.
El amante lesbiano, 2000.
La senda del drago, 2006
Cuarteto para un solista, 2011

Cuento
Mar al fondo, 1992.
Mientras la tierra gira, 1993.

Obras económicas
Principios prácticos de localización industrial, 1957.
Realidad económica y análisis estructural, 1959.
Conciencia del subdesarrollo, 1973.
Las fuerzas económicas de nuestro tiempo, 1967.
Inflación: una versión completa, 1976.
El mercado y la globalización, 2002.
Los mongoles en Bagdad, 2003.
Sobre política, mercado y convivencia, 2006
Economía humanista. Algo más que cifras,  2009

Otras obras:
Escribir es vivir, 2005
La ciencia y la vida, 2008
Reacciona, 2011

PREMIOS
I Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras
XXIV Premio Internacional Menéndez Pelayo,
Premio Nacional de las Letras, 2011.

OTRAS DISTINCIONES:
Académico de la Real Academia de la Lengua, 1990.
Medalla de la Orden de Carlomagno del Principado de Andorra, 2008; 
Orden de las Artes y las Letras de España, 2010

ENLACES
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/sampedro/dialogos.htm
http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000001.nsf/(voAnexos)/archF625D8D045148045C1257148004336C5/$FILE/sampedro.htm
http://www.el-mundo.es/encuentros/invitados/2001/07/206/
http://revista.consumer.es/web/es/20001201/entrevista/
http://www.ub.es/geocrit/b3w-330.htm
http://www.nodo50.org/elotropais/n5/sampedro.htm
http://www.webislam.com/?idt=4462
http://www.revistafusion.com/1998/num55/entrev55.htm
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2263
http://www.tiramillas.net/libros/resenas/resenas051103/sampedro.html
http://www.tiramillas.net/libros/resenas/resenas031126/sampedro.htm
http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=2389&ext=pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Indignaos!
http://periodismohumano.com/sociedad/libertad-y-justicia/jose-luis-sampedro-escribe-el-prologo-de-%E2%80%9C%C2%A1indignaos%E2%80%9D-de-stephane-hessel.html
http://www.publico.es/382395/jose-luis-sampedro-no-teneis-derecho-a-recurrir-a-la-violencia-porque-teneis-la-razon-y-el-futuro
http://www.elpais.com/todo-sobre/persona/Jose/Luis/Sampedro/4839/
http://www.youtube.com/watch?v=LOmh3jcV28g

 

03 octubre 2012

CARLOS FUENTES




por Ana Alejandre

Carlos Fuentes, escritor
Nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, país en el que estaba destinado su padre al principio de su carrera diplomática como embajador de México. Después, en la década de los treinta, se trasladó con su familia a EE.UU, por haber sido su padre destinado en Washington D.C., por lo se integró y educó dentro de la vorágine del sistema de vida americano.

Empezó a estudiar la Historia y Geografía de México ayudado por su padre, lo que le hizo tener una idea utópica de su país de origen paterno, lo que era producto de su propia y privilegiada situación como hijo de diplomático rodeado de toda clase de lujos y comodidades en la ciudad más elitista de toda Norteamérica.

Desde muy joven fue un lector voraz, y tenía como autor de cabecera a Marl Twain; además de otros autores.

Por la profesión de su padre, la familia se trasladó a Chile y Argentina, países en los que pudo llegar a conocer y a tratar como Pablo Neruda y David Alfaro Siqueiros.

Estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoció al profesor español por entonces exiliado Manuel Pedroso, que le influyó notablemente en su vocación literaria. Se trasladó a Europa para estudiar Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra. En dicho país conoció a Octavio Paz, cuyas obras Libertad bajo palabra y El laberinto de la soledad le produjeron una profunda conmoción e influencia. Fue en Ginebra donde profundizó mucho en su visión de la literatura.

Desde regreso a México, Fuentes empezó a ser consciente que estuviera donde estuviera y cuál fuera su obra, el español debía ser la lengua en la que se expresara y Latinoamérica sería el escenario cultural de su obra.

Comienza publicar en la revista Medio Siglo con sus compañeros de generación, Salvador Elizondo, González Pedrero, Flores Olea y Sergio Pitol. Fundó y dirigió con Emanuel Carballo la Revista Mexicana de Literatura (1955-1958) y codirigió con Luis Villoro, Francisco López Cámara y Jaime García Terrés de El Espectador (1959-1960), revista política muy influyente. 

En 1954 publica Los días enmascarados. Para los miembros de la generación de Fuentes, el verdadero problema era llegar a conocer en profundidad la tradición e historia mexicana que estaba perjudicada por la nula enseñanza que recibían los alumnos de secundaria, y que él mismo tuvo que padecer, a los que se educaba en unas deformantes y perniciosas formas de nacionalismo. Un maestro de corte marxista le dijo a Fuentes en cierta ocasión que la lectura de Kafka era antinacionalista, al igual que le dijo un crítico fascista.

En 1958 publica La región más transparente, en la que recrea el México de los años cuarenta y cincuenta, pero el país que Fuentes recrea es un México imaginario. Lo mismo hizo en "Cristóbal Nonato" (1987), sobre el México de los años ochenta y noventa. Fuentes pensaba que el Londres de Dickens y el París de Balzac no hubieran sido conocidos, si estos autores antes no los hubieran imaginado y descrito.

En 1959 publica sus primeros cuentos titulados Los días enmascarados, reunidos en la Colección Los Presentes.

Fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1956-1957) y realizó un gran número de adaptaciones cinematográficas, tanto de obras suyas como de otros autores, por ejemplo, de Juan Rulfo. Así mismo, colaboró con los más relevantes suplementos culturales y periódicos de México y del extranjero. Conoció en París a Julio Cortázar y a Mario Vargas Llosa, en 1963, y al año siguiente, conoció y mantuvo amistad con Gabriel García Márquez, con quien escribió en varios guiones de cine. 

Durante los años sesenta residió en París, Venecia, Londres y México. En 1962 escribe Aura, novela cuya singularidad es que en ella nunca resolvió un enigma, como guiño intelectual dirigido a los lectores, porque lo esencial para Fuentes era la aceptación de que en esa obra existía un enigma.

En estos años publicó incansablemente títulos como Las buenas conciencias (1959), Aura(1962), La muerte de Artemio Cruz (1962), Cantar de ciegos (1964), Zona Sagrada (1967), Cambio de piel (1967), Cumpleaños (1969), La nueva novela hispanoamericana (1969), El mundo de José Luis Cuevas (1969),Todos los gatos son pardos (1970), El tuerto es rey (1970)
Casa con dos puertas (1970),Tiempo mexicano (1971). Además, escribió algunas obras de teatro.

En la década de los setenta estuvo en el Instituto Woodrow Willson de Washington. Fue embajador de México en Francia (1972-1978).

Aunque no abandonaba su dedicación literaria, ocupó varios cargos administrativos y diplomáticos. Fue embajador de México en Francia de 1975 a 1977, cargo al que renunció cuando supo que Gustavo Díaz Ordaz, ex Presidente de su país, fue nombrado embajador de México en España, ya que era el asesino del movimiento estudiantil del 68 en Tlatelolco. Ha vivido en Europa y Estados Unidos, bien como profesor invitado o en su cargo diplomático representando a México. Ha sido profesor en las más importantes universidades de México y de otros países: universidades de Columbia, Harvard, Brown, Princeton, Pennsylvania (Estados Unidos) y ocupó la cátedra Simón Bolívar en la Universidad de Cambridge.

Ha sido miembro de El Colegio Nacional desde 1974 y de la American Academy and Institute of Art and Letters desde 1986. Ha colaborado en los más importantes medio de comunicación, y ha dado numerosas conferencias e intervenciones televisivas.

Recibió el Premio Nacional de Ciencias, en 1984, y en 1987 se le otorgó el Premio por su gran popularidad y aceptación del público.

En 1994 presenta su novela Diana o la cazadora solitaria, obra de carácter autobiográfico en la que refleja el México de la década de los sesenta.
En España se publicó su obra Nuevo tiempo mexicano (1995) en la que trata sobre la revuelta de Chiapas. En 1997 publica La frontera de cristal, colección compuesta por nueve relatos relacionados entre sí, y cuyo nexo son los encuentros y desencuentros entre Estados Unidos y México. Publica El espejo enterrado, volumen de ensayos basado en una serie televisiva que escribió, donde trata sobre lo que él mismo define "la biografía de mi cultura".
Publicó Retratos en el tiempo (1998) junto a su hijo, en el que aparecen las semblanzas, a través de la imagen y la palabra, de 25 personajes. A finales de 1998, publicó Los años con Laura Díaz, y a principios del 2000 publicó una recopilación de fragmentos de toda su obra narrativa en Los cinco soles de México, memoria de un milenio.

Sus obras han sido traducidas a varias lenguas y han tenido múltiples y continuas reediciones.

Fue galardonado con Premio Cervantes en 1987 y el Príncipe de Asturias en 1994, en lo que se refiere a España entre otros muchos galardones internacionales.

Falleció en la ciudad de México el 15 de mayo de este año, a los 83 años de edad. Su figura es reconocida como una de las principales entre los autores de la literatura latinoamericana.

Fragmentos de obras de Carlos Fuentes

Carlos fuentes

La región más transparente, de Carlos fuentes (fragmento)

Aquí vivimos, en las calles se cruzan nuestros olores, de sudor y páchuli, de ladrillo nuevo y gas subterráneo, nuestras carnes ociosas y tensas, jamás nuestras miradas. Jamás nos hemos hincado juntos, tú y yo, a recibir la misma bestia; desgarrados juntos, creados juntos, sólo morimos para nosotros, aislados. Aquí caímos. Qué le vamos a hacer. Aguantarnos, mano. A ver si algún día mis dedos tocan los tuyos. Ven, déjate caer conmigo en la cicatriz lunar de nuestra ciudad, ciudad puñado de alcantarillas, ciudad cristal de vahos y escarcha mineral, ciudad presencia de todos nuestros olvidos, ciudad de acantilados carnívoros, ciudad dolor inmóvil, ciudad de la brevedad inmensa, ciudad del sol detenido, ciudad de calcinaciones largas, ciudad a fuego lento, ciudad con el agua al cuello, ciudad del letargo pícaro, ciudad de los nervios negros, ciudad de los tres ombligos, ciudad de la risa gualda, ciudad del hedor torcido, ciudad rígida entre el aire y los gusanos, ciudad vieja en las luces, vieja ciudad en su cuna de aves agoreras, ciudad nueva junto al polvo esculpido, ciudad a la vela del cielo gigante, ciudad de barnices oscuros y pedrería, ciudad bajo el lodo esplendente, ciudad de víscera y cuerdas, ciudad de la derrota violada (la que no pudimos amamantar a la luz, la derrota secreta), ciudad del tianguis sumiso, carne de tinaja, ciudad reflexión de la furia, ciudad del fracaso ansiado, ciudad en tempestad de cúpulas, ciudad abrevadero de las fauces rígidas del hermano empapado de sed y costras, ciudad tejida en la amnesia, resurrección de infancias, encarnación de pluma, ciudad perro, ciudad famélica, suntuosa villa, ciudad lepra y cólera, hundida ciudad. Tuna incandescente. Águila sin alas. Serpiente de estrellas. Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire.


Aura
, de Carlos fuentes (fragmento)

Tocas en vano con esa manija, esa cabeza de perro en cobre, gastada, sin relieves: semejante a la cabeza de un feto canino en los museos de ciencias naturales. Imaginas que el perro te sonríe y sueltas su contacto helado. La puerta cede al empuje levísimo, de tus dedos, y antes de entrar miras por última vez sobre tu hombro, frunces el ceño porque la larga fila detenida de camiones y autos gruñe, pita, suelta el humo insano de su prisa. Tratas, inútilmente de retener una sola imagen de ese mundo exterior indiferenciado.

Cierras el zaguán detrás de ti e intentas penetrar la oscuridad de ese callejón techado -patio, porque puedes oler el musgo, la humedad de las plantas, las raíces podridas, el perfume adormecedor y espeso-. Buscas en vano una luz que te guíe. Buscas la caja de fósforos en la bolsa de tu saco pero esa voz aguda y cascada te advierte desde lejos:

-No... no es necesario. Le ruego. Camine trece pasos hacia el frente y encontrará la escalera a su derecha. Suba, por favor. Son veintidós escalones. Cuéntelos.

Trece. Derecha. Veintidós.

El olor de la humedad, de las plantas podridas, te envolverá mientras marcas tus pasos, primero sobre las baldosas de piedra, enseguida sobre esa madera crujiente, fofa por la humedad y el encierro. Cuentas en voz baja hasta veintidós y te detienes, con la caja de fósforos entre las manos, el portafolio apretado contra las costillas. Tocas esa puerta que huele a pino viejo y húmedo; buscas una manija; terminas por empujar y sentir, ahora, un tapete bajo tus pies. Un tapete delgado, mal extendido, que te hará tropezar y darte cuenta de la nueva luz, grisácea y filtrada, que ilumina ciertos contornos.

-Señora -dices con una voz monótona, porque crees recordar una voz de mujer- Señora...

-Ahora a su izquierda. La primera puerta. Tenga la amabilidad.

Empujas esa puerta -ya no esperas que alguna se cierre propiamente; ya sabes que todas son puertas de golpe- y las luces dispersas se trenzan en tus pestañas, como si atravesaras una tenue red de seda. Sólo tienes ojos para esos muros de reflejos desiguales, donde parpadean docenas de luces. Consigues, al cabo, definirlas como veladoras, colocadas sobre repisas y entrepaños de ubicación asimétrica. Levemente, iluminan otras luces que son corazones de plata, frascos de cristal, vidrios enmarcados, y sólo detrás de este brillo intermitente verás, al fondo, la cama y el signo de una mano que parece atraerte con su movimiento pausado.

Lograrás verla cuando des la espalda a ese firmamento de luces devotas. Tropiezas al pie de la cama; debes rodearla para acercarte a la cabecera. Allí, esa figura pequeña se pierde en la inmensidad de la cama; al extender la mano no tocas otra mano, sino la piel gruesa, afieltrada, las orejas de ese objeto que roe con un silencio tenaz y te ofrece sus ojos rojos: sonríes y acaricias al conejo que yace al lado de la mano que, por fin, toca la tuya con unos dedos sin temperatura que se detienen largo tiempo sobre tu palma húmeda, la voltean y acercan tus dedos abiertos a la almohada de encajes que tocas para alejar tu mano de la otra.


Muñeca reina, de Carlos Fuentes (fragmento),

"...Amilamia riendo con placer cuando yo la levantaba del talle y la hacía girar sobre mi cabeza y ella parecía descubrir otra perspectiva del mundo en ese vuelo lento. Amilamia dándome la espalda y despidiéndose con el brazo en alto y los dedos alborotados. Y Amilamia en las mil posturas que adoptaba alrededor de mi banca: colgada de cabeza, con las piernas al aire y los calzones abombados; sentada sobre la grava, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada en el mentón; recostada sobre el pasto, exhibiendo el ombligo al sol; tejiendo ramas de los árboles, dibujando animales en el lodo con una vara, lamiendo los barrotes de la banca, escondida bajo el asiento, quebrando sin hablar las cortezas sueltas de los troncos añosos, mirando fijamente el horizonte más allá de la colina, canturreando con los ojos cerrados, imitando las voces de pájaros, perros, gatos, gallinas, caballos."


Citas de Carlos Fuentes
“Hay que llegar a saber que los hijos, vivos o muertos, felices o desdichados, activos o pasivos, tienen lo que el padre no tiene. Son más que el padre y más que ellos mismos. Nuestros hijos son los fantasmas de nuestra descendencia. El hijo es el padre del hombre”

“No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres”

“La memoria es el deseo satisfecho”

Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos”.

“Los celos matan el amor pero no el deseo. Este es el verdadero castigo de la pasión traicionada. Odias a la mujer que rompió el pacto de amor, pero sigues deseando porque su traición fue la prueba de su propia pasión”.

“Si del amor hacemos la meta más cierta y el más cierto placer de nuestras vidas, ello se debe a que, por serlo para serlo, debe soñarse ilimitado sólo porque es, fatalmente, limitado”.

“Las revoluciones las hacen los hombres de carne y hueso y no los santos y todas acaban por crear una nueva casta privilegiada”.

“La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es”

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27 mayo 2012

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD




            José Manuel Caballero Bonald, poeta, novelista y ensayista, nació en Jerez de la Frontera, el 11 de noviembre de 1926. Hijo de padre cubano y de madre andaluza de origen francés.
José Manuel Caballero Bonald

            Cursó sus primeros estudios en el Colegio de los Marianistas de Jerez. Su adolescencia se vio marcada por la Guerra Civil, lo que le obligo a pasar largas temporadas en la Sierra de Cádiz y en la localidad de Sanlúcar de Barrameda.

            Después de finalizar la guerra, en 1944 comenzó a estudiar Náutica en Cádiz, en cuya ciudad comenzó a escribir poesía y conoció y colaboró con el grupo de poetas gaditanos llamado Platero. Posteriormente, en 1949, se traslada a Sevilla para estudiar en su Universidad filosofía y Letras, y allí conoció al grupo que editaba la revista Cántico.

            Su primer premio en poesía lo obtuvo en 1950, el Premio de Poesía Platero, que le fue concedido a su poema titulado Mendigo. Continuó en Madrid sus estudios universitarios, trabajando al mismo tiempo en la I Bienal Hispanoamericana de Arte.

            Comenzó a publicar en 1952, con el poemario Las adivinaciones, que le supuso el áccesit del premio Adonais, el más cotizado galardón poético. A esta obra le siguieron Memorias de poco tiempo (1954), Anteo (1956) y en 1959 publica Las horas muertas que fue galardonada con el Premio Boscán y el de la Crítica; y Pliegos de cordel que se publicó en 1963. Todos estos títulos fueron editados en una recopilación de 1969, titulada Vivir para contarlo.

            En 1961 asiste en Collioure (Francia) al XX aniversario de la muerte de Antonio Machado que murió en dicha localidad en pleno exilio. A dicho acto asistieron escritores de la talla de Blas de Otero, José Ángel Valente, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, y Carlos Barral, entre otros.

            En estos años ejerció el cargo de secretario y, posteriormente, el de subdirector de la revista literaria Papeles de Son Armadans, fundada por Camilo José de Cela. Más tarde, se trasladó a Sudamérica, y se instaló en Bogotá, donde fue profesor de Literatura Española y Humanidades en la Universidad Nacional de Colombia. En dicha ciudad colaboró en la revista Mito, entre cuyos colaboradores se podía encontrar a Gabriel García Márquez, entre otros importantes escritores. Dicha revista le publicó una antología poética, titulada El papel del coro, en 1961.

            En 1962 publica su primera novela Dos días de septiembre que consigue el premio Biblioteca Breve, de la editorial Seix Barral.

            Regresa a España desde Hispanoamérica en 1963 y comienza a desarrollar labores editoriales. En esta época es detenido y multado por cuestiones políticas.

            En 1965 viaja a Cuba donde pasa una temporada. En 1969 publica el Archivo del cante flamenco, que es un álbum de seis discos y estudio preliminar, que obtiene el Premio Nacional del Disco.

            Posteriormente comienza a trabajar en el Diccionario de Lexicografía, de la Real Academia Española, trabajo que desempeñó hasta 1975 y, a partir de 1973, fue director literario de la editorial Júcar.

            En 1974 publica Ágata, ojo de gato que fue premiada con el Premio Barral, al que el propio autor renuncia, y con el Premio de la Crítica.

            De 1974 a 1978 fue profesor de Literatura Española Contemporánea en el Centro de Estudios Hispánicos del Bryn Mawr College. 

            Su obra de ensayo Luces y sombras del flamenco fue publicada en 1975, obra que se suma a otras de ensayo sobre diferentes temas como son: Narrativa cubana de la revolución (1968), Breviario del vino (1980), Luces y sombras del flamenco (1975) o Sevilla en tiempos de Cervantes (1991).

            Por su actividad de miembro constituyente de la Junta Democrática, fue procesado por el Tribunal de Orden Público. Poco después, marcha de nuevo a Cuba.

            Fué nombrado Presidente del Pen Club, cargo del que dimitió en 1980. Continuó su tarea de escritor, colaborando como profesor en distintas universidades y recibiendo premios, entre los que destaca el galardón poético Ibn-al-Jatib, el Premio Plaza y Janés, y el Premio Andalucía de las Letras, entre otros.

            Se traslada a vivir a Montijo, frente a Doñana, en la costa atlántica gaditana, en 1995, realizando diversos viajes a Japón, Italia y Marruecos para impartir cursos en diferentes universidades y también para intervenir como participante en diversas jornadas literarias.

            Comienza a publicar libros de memorias y en 2003 es autor de los guiones de los doscientos cincuenta capítulos de la serie documental“Andalucía de Cine”, que es dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón.

            La Universidad de Cádiz le nombra, en 2004, Doctor Honoris Causa. Además, recibe el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. También, en en ese mismo año, la editorial Seix Barral publica su obra poética completa.

            Posteriormente, ha sido galardonado con los premios institucionales más importantes del ámbito literario como son el Premio Nacional de las Letras y el Premio Nacional de Poesía, que pone un brillante colofón a su extraordinaria carrera literaria.
otra imagen de José Manuel Caballero Bonald
ante su biblioteca


Apuntes sobre su obra:

Poética

            En cuanto a su obra poética de los primeros tiempos que se inscribe dentro de la llamada poética generación del 50, cabe decir que es una poesía simbolista e intimista, que refleja a un poeta que está en desacuerdo con el mundo y la situación social de la época que le ha tocado vivir. Su lenguaje es rico, profundo, muy elaborado, y tiene tintes barrocos mezclados con evidentes trazas populares y, sobre todo, coloquialistas. Todo ello, le confiere una gran autenticidad, en cuanto es expresión de un mundo personalísimo que está marcado por la experiencia y la comunión con el arte.

            Sin embargo, se advierte un cambio sustancial a partir de su obra Descrédito del héroe, fechada en 1977, porque la larga etapa de silencio poético, se traduce en un marcado acento imaginativo, pero trasladado a la memoria de las propias raíces: su niñez, su tierra, sus propias experiencias tanto vitales como artísticas y su constante preocupación lingüística que se pone de manifiesto en un lenguaje exquisitamente depurado, mesurado y, por ello, deviene hermético.

            Laberinto de fortuna, su siguiente publicación poética, en 1984, y, treces años después Diario de Argonida, al que califica como “un compendio de meditaciones adosadas a mi propio escepticismo”, en el que hace una clara reivindicación como escritor del derecho a inventarse la vida con los propios instrumentos que ésta le da: los recuerdos, el tiempo y la muerte, como punto y final de la obra vital, la que queda así escrita y reinventada para la posteridad en un acto rebelde a la propia mortalidad.

Narrativa

            En cuanto a la narrativa, su incursión en este género fue más tardía, y comienza con la publicación de su primera novela Dos días de septiembre (1962), obra que pertenece al llamado realismo social, porque en ella se describen las injusticias, las desigualdades en un pueblo vinatero andaluz y las luchas y tensiones entre los ricos terratenientes y los trabajadores agrícolas. Pero, a pesar de la clara influencia del realismo social que impregna toda la obra, se distingue de otras de parecido estilo en cuanto que a Caballero Bonald pone más acento en la propia descripción de las anécdotas particulares, a modo de teselas que conforman el rico mosaico social que el propio conflicto o lucha de clases. Para ello, utiliza una rica variedad de técnicas narrativas, entre las que destaca el monólogo interior y sin puntuación, que ofrece un interesante contraste con la propia naturaleza de corte realista.

            Su siguiente obra Ágata ojo de gato (1974), también discurre en Andalucía, pero se aparta completamente del realismo social, e irrumpe en el terreno de lo fantástico, de la lejanía espacio temporal, lo que le acerca al llamado realismo mágico.

            En Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981) y En la casa del padre (1988), obras también ambientadas en Andalucía, son nuevos experimentos con el lenguaje que es la mayor preocupación de este autor.Campo de Agramante (1992), es una nueva novela que no se puede adscribir a género alguno, porque aunque transcurre en una ciudad de la baja Andalucía, el tiempo narrativo es una amalgama entre el pasado y el presente, lo que produce un mundo intemporal y caótico.

            En la novela Tiempo de guerras perdidas (1995), subtitulada “La novela de la memoria”, es un obra con una clara decisión de acercamiento a su infancia, pero no en una relación cronológica de hechos, sino en una selección de carácter mítico de recuerdos y personajes.
            
                    En 2001 publicó La costumbre de vivir, titulo que recoge sus memorias.

            Mar adentro (2002), obra que refleja la pasión sentida por el mar y recoge una selección de sus escritos marítimos.