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04 septiembre 2017

Artículos de Rafael Sánchez Ferlosio

Virilidad                                                                               
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Rafael Sánchez Ferlosio

(El País, 19 NOV 1994)

El que, ante un niño que bajo la sonriente complacencia de unos padres incapaces de imaginar que pueda molestar a nadie corre por entre las mesas del local, dice: " Lo que ese niño necesita es un par de hostias bien dadas" está expresando lo que él necesitaría: poder dárselas. Pertenece a la misma ralea viril que el que, ante una chica nerviosa o estridente, dice: "Lo que ésa necesita es un buen polvo" porque le humilla reconocer la vibración que enciende su deseo y tiene que camuflarla en expresión de afrenta y de desprecio. Estos que saben remediar al prójimo con hostias y con polvos son los maccro de le bâton et la carotte, que no aguantan a los demás como sujetos, sino sólo como objetos de sometimiento y de control.

(Ordalia). Sólo el castigo pudo hacer unívocas, discontinuas, las nociones del género de "culpa" o de "pecado". La alternativa de sí o no en que nos las encontramos sumergidas no tiene un origen en sí mismo lógico, sino pragmático: la violencia creadora de derecho. Sólo la guerra o la acción ejecutiva, el veredicto de las armas o de los tribunales, imponen disyuntivas tan tajantes como la de inocente o culpable o la de tener razón o no tener razón
El rencor consiste en la obstinación en que cuando ya no es así, siga siendo así, porque una vez ha sido así, una culpa de hace 50 años se convierte en 50 años de culpa.

(Paisaje). Por el lomo de la alta pared del huerto coronada con cascotes de botella venía andando esta tarde un gatito sin cortarse.
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Este articulo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de noviembre de 1994



Aviso urgente a los contricantes

Rafadel Sánchez Ferlosio

(El País, 23 MAY 1993)

Suelo decir que Antonio Gramsci forma con Rosa Luxembourg la más ilustre pareja de intelectuales que crió, apenas a tiempo, el comunismo, antes de abominar definitivamente de la funesta manía de pensar. Pues bien, Gramsci advirtió de que la expresión "lucha ideológica" era una torpe metáfora que más valía no usar o que, de usarla, había que hacerlo con toda la precaución de no perder de vista la decisiva diferencia de que mientras en la lucha física o la guerra era válido y conducente a la victoria atacar los puntos débiles del adversario, en la mal llamada lucha ideológica sólo era, en cambio, procedente acometer los puntos fuertes. El jovencísimo Menéndez y Pelayo de los Heterodoxos (libro en el que inventó el género que yo llamo "libro infierno", pues van a parar a él todos los malos, y que fue cultivado por Lucaks con su El asalto a la razón) contraviene la sabia prescripción gramsciana con sus representaciones musculares del pensar: "atletas de la escolástica" "potencia intelectual", "asentar verdades como el puño", "contundente en casi todo lo que es filosofia pura y monumento de inmenso saber y de labor hercúlea", "era su erudición la del claustro, encerrada casi en los canceles de la filosofia, escolástica, pero ¡cómo había templado sus nervios y vigorizado sus músculos esta dura gimnasia!", "todo lo recorrió y lo trituró, dejando dondequiera inequívocas muestras de la pujanza de su brazo", "molió y trituró como cibera a los débiles partidarios que en Sevilla comenzaba a tener la nueva filosofia ecléctico-sensualista del Genovesi y de Verney", "en cabeza suya asestó el padre Alvarado golpes certeros y terribles" (Heterodoxos, VI-3-VII, VI-4.-I y VII-2-V).

El gramsciano rechazo de la mera noción de lucha ideológica es, a la postre, lo que me pone diametralmente en contra de los que celebran como un gran adelanto democrático la introducción de debates electorales en España. Antes por el contrario, lo deploro como una vuelta de tuerca más al ya bastante avanzado encanallamiento y prostitución de la palabra.
El debate televisivo es una perversión sólo capaz de complacer a mentalidades primitivas, casi paleolíticas, como las del regresivo agonismo norteamericano, que no puede entender nada de nada como no se le presente en términos de ganador y perdedor. Y no es que no haya antecedentes europeos: en las disputationes académicas de Salamanca, en los siglos XVI y XVII, parece ser que los "ergos" se contaban como hoy se cuentan los goles en el fútbol: "¡Fulano le ha metido diez y nueve ergos a Mengano!". Estas disputationes universitarias fueron después, con toda razón, consideradas como la máxima degradación intelectual




01 marzo 2017

EDUARDO MENDOZA


Eduardo Mendo

Ana Alejandre


El Premio Cervantes 2016 le fue concedido al escritor Eduardo Mendoza. Dicho premio, el más importante de las letras españolas, está dotado con 125.000 euros y su finalidad es reconocer el conjunto de la obra de los escritores que hayan enriquecido el legado literario en lengua española.

Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) novelista español. Licenciado en derecho (1966), trabajó como pasante, asesor jurídico y traductor en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, entre 1973 y 1982, Se trasladó posteriormente a Europa para seguir trabajando en dicha organización, aunque vivía en Barcelona la mitad del año.

Publicó su primera novela La verdad sobre el caso Savolta en 1975 que obtuvo el Premio de la Crítica y tuvo un gran éxito entre los lectores. Su protagonista esencial es la ciudad de Barcelona en los años convulsos de 1917-1918 por las sucesos revolucionarios que tuvieron como escenario la capital catalana. Estos sirven de fondo para que desfilen una serie de personajes variopintos y caricaturizados, muchos de ellos disparatados, que deambulan en un ambiente abigarrado en el que se mezclan las fiestas de la alta burguesía catalana con los atentados anarquistas narrados con recursos del género policíaco, aunque presenta también esta obra otras aportaciones, tanto en lo que concierne a la estructura narrativa como a lo meramente lingüístico, que presentan otro géneros que van desde los diversos tópicos de las novelas de caballería hasta los de la narrativa moderna más comercial. Toda la obra ofrece una constante ironía que remarca su naturaleza tragicómica. Con esta novela Mendoza se aproxima a la estética de los novísimos, en un rechazo explícito de caer en la carecterización específica española. A esta obra se la considera la obra de narrativa más importante de las letras españolas en la segunda mitad del siglo XX.

La segunda novela El misterio de la cripta embrujada (1979) ofrece un intento experimental más acusada y desenfadada. En ella se intesifica la parodia de la novela negra hasta el límite de la farsa. Posteriormente, publicó El laberinto de las aceitunas (1982) epresenta una nueva variante del original género detectivesco repleto de humor y su escepticismo del rigor aplicado a las investigaciones de asuntos ridículos y risibles. Estas dos últimas novelas son historias de asesinatos y misterio, situadas en ambientes similares y tienen en común al mismo protagonista que es un detective excéntrico, pero ambas obras ofrecen una cierta crítica social.

La novela siguente La ciudad de los prodigios (1986) tiene como protaginista al anarquista Onofre Bouvila, personaje que consigue llegar a lo más alto del poder económico, corrupto y sórdido, y se desenvuelve en el escenario de la vida barcelonesa entre las dos exposiciones de 1888 y 1929. El trasfondo histórico es narrado por Mendoza de forma original y diferente a lo habitual, pero siempre dentro de la ironía, y la crítica social más sutil y soterrada, retratando realidades, pero huyendo siempre de caer, en ese retrato retrospectivo de su ciudad natal, ningún atisbo de sentimentalismo.

.Sus obras siguientes fueron La isla inaudita (1989) El año del diluvio (1992) y Una comedia ligera(1996), estas dos últimas novelas son dos de sus escasas obras no ambientadas en Barcelona.

Les siguieron En La aventura del tocador de señoras (2001) que tiene también como protagonista al demencial detective; El último trayecto de Horacio Dos(2002) narra irónicamente una expedición espacial; y Mauricio o las elecciones primarias (2006) transcurre en la Barcelona posterior a la transición que obtuvo el premio de novela Juan Manuel Lara.

Mendoza también es autor de la guía Barcelona modernista (1989), en colaboración con su hermana Cristina y, escrita en lengua catalana, la obra de teatro Restauració (1990). Más tarde publicó las novelas El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008) y Riña de gatos. Madrid 1936 (2010), que tiene como escenario a la capital de España en los días previos a la Guerra Civil española, y por cuya obra recibió el premio Pllaneta.