por Ana Alejandre
Ana María Matute, novelista española, nació en Barcelona el 26 de julio de 1926. Hija de familia acomodada, su vida transcurrió en la infancia y adolescencia con múltiples enfermedades y largos periodos de convalecencia. Tuvo una decidida vocación literaria desde la adolescencia, lo que la llevó a publicar sus primeros relatos a los 16 años.
Vivió una infancia marcada por la guerra, lo que le llevó a escribir sobre esas traumáticas experiencias personales y la de “los niños asombrados” como se refería a todos los menores que tuvieron que vivir el horror de la guerra sin comprender el sentido de toda aquella barbarie. Su visión de la contienda civil la plasmó en obras posteriores entre la que destaca Los Abel (1948) en la que hace una comparación de la Guerra Civil con el conflicto abelita-cainita, por ser los dos bandos formados por españoles.
Posteriormente escribió Fiesta al Noroeste y a la que publicó en 1953, siendo premiada con el premio Café Gijón de 1952;. En 1954 obtuvo el premio Planeta con una obra escrita muchos años antes, titulada Pequeño teatro. Los hijos muertos obtuvo, en 1958, el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura. Posteriormente, en 1959, obtuvo el Premio Nadal con la novela Primera Memoria. Su obra Los soldados lloran de noche, fue galardonada con el Premio Fastenrach de la Real Academia de la Lengua Española en 1964.
Otros títulos son La trampa (1969) y La torre vigía (1971) en las que destaca, como en muchas de sus obras anteriores, la mirada infantil o adolescente que trata de comprender un mundo del que se siente lejano afectivamente, pero cercanamente doloroso e incomprensible. Su estilo literario que se pone en evidencia en toda su obra es que sus narraciones comienzan de una forma manifiestamente lírica; pero van decantándose, a medida que avanza la narración, hacia un realismo evidente y, en algunos momentos, intensamente descarnado.
En 1952 se casó con el escritor Eugenio de Goicoechea. Su hijo, Juan Pablo, nació en 1954, y el matrimonio se separó en 1963.
Obras posteriores son El tiempo (1956), y Historias de la Artámila (1961). Las luciérnagas, es un relato reeditado íntegramente en 1993, pero que había sido publicado en 1954 con el título En esta tierra muy censurado porque su trama trata de la posguerra.
Ha cultivado el género infantil con gran entusiasmo, lo que le valió en 1965 obtener el premio Lazarillo por su obra El polizón de Ulises.
De 1965 a 1966 Matute ejerció de lectora a Bloomington (Indiana) y en 1968 en Norman (Oklahoma).
Después de un largo paréntesis de silencio literario, en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con el título Sólo un pie descalzo. En 1996 publicó lq que se considera su obra maestra Olvidado Rey Gudú y en ese año fue elegida académica de número de la Real Academia Española.
Aranmanoth, título publicado en el 2000, es una obra ambientada en la edad media.
Por último, su más reciente publicación es Cuentos de la infancia que es un insólito volumen en el que la escritora publica los cuentos y los dibujos que realizó en su niñez.
La literatura de Ana María Matute no está exenta de compromiso social, aunque en todo momento se nota su no adscripción a partido polítco alguno. Es decir, critica la sociedad como una ciudadana más, sin buscar culpbles en determinados representantes de ninguna ideologías políticas de las que en todo momento parece desbancarse, porque el mal parece estar en la propia sociedad que se siente incapaz de resolver sus contradicciones y sus graves problemas.
Aunque participa del realismo en la literatura tan en boga en los escritores de su tiempo, ha logrado un estilo personal que busca en la imaginación, ayudada por el fuerte lirismo que se desprende de sus obras, un estilo en el que predomina lo emocional y sensorial. Consigue con ello una perfecta simbiosis entre la denuncia social y el mensaje poético, que conforma su estilo inconfundible que tiene como telón de fondo la España de la posguerra, siempre vista desde los ojos infantiles o adolescentes.
Es, por ello, una escritora de intensa lectura por su prosa ágil, inteligente y en la que se encuentra las resonancias de un universo íntimo, pero al mismo tiempo social, que conmueve por su indudable belleza.