Buscar este blog

Traductor

22 abril 2007

Al filo de los días


Cuando llega la primavera


La ventana abierta trae olores silvestres con los que la primavera anuncia que ha comenzado a vestir con su traje de vivos colores los parques y campos cercanos. Del jardín llegan ruidos de niños jugando, ladridos de perro y algún vibrante y sonoro toque de claxon, parodiando el tañido ancestral de las campanas. Todo hace pensar que la vida ha vuelto a brotar con su cotidianidad ya conocida pero alimentada con una nueva savia en la que se promete un renacer de los sentidos y de la esperanza que parecía estar adormilada y latente dentro de su fría coraza invernal.

Cierro la ventana, detrás de la que se perfila el suave paisaje de luz azul, mientras pienso que detrás seguirán bullendo las mismas criaturas, los mismo sonidos y olores como cualquier otra primavera anterior y las siguientes. La esperanza del ser humano se renueva cada año, en su ciclo permanente, al unísono de la propia Naturaleza, en ese fluir y refluir que marca la propia existencia en la que nos inventamos nuevos amaneceres cada día para poder seguir esperando a ese milagro, escurridizo y volátil, llamado felicidad y que toque a la puerta; aunque sólo llegada la noche nos demos cuenta de que ese día no ha sido, pero al siguiente, a lo mejor, sí oiremos el aleteo ligero de unos pasos que anuncien su llegada.

Y así, vamos viviendo o, mejor dicho, la vida nos vive y nos consume en una larga espera que es, quizá, la única forma de vivir lo más cercana posible a esa felicidad soñada que siempre parece ignorar nuestra espera y toca en puertas ajenas, olvidando, -quizá por el convencimiento de que todo lo bueno se merece, sin duda alguna, aunque se nos niegue-, que aquélla sólo entra en la morada de quien la aguarda con la puerta abierta de par en par y una sonrisa en los labios, aunque la sonrisa sea a veces un poco escéptica, irónica o desengañada. Sólo así, se está preparado para decir, al verla alejarse: “No, si yo ya sabía que iba a pasar de largo otra vez” sin sentir la bofetada humillante de la decepción. Esa sonrisa de espera, ayuda a aguardar al día siguiente, al mes que viene, o a la primavera próxima, para encontrarla de nuevo, darse de bruces con ella y por fin darle ese largo, largo, abrazo que nunca llega y para el que siempre creemos estar preparados. Para lo único que parece que no lo está el ser humano es para aceptar que a cada primavera le sucede el verano, después el otoño y, por fin, el invierno, al igual que en toda vida se suceden las estaciones, las ilusiones, los desengaños, la enfermedad, la alegría y el dolor en un continuo fluir en el que el mar es la propia vida y las olas que vienen y van son las circunstancias cambiantes; la playa es el tiempo y los seres humanos somos los granos de arenas, infinitos en número, que conformamos ese lecho sobre el que descansa, se extiende y se retira después el insondable mar de la vida que nos deja asombrados, año tras año, con el nuevo renacer de otra primavera en la que, seguramente, la esperanza será lo único que, al renacer, nos hará sentirnos vivos cuando todo lo demás: guerras, catástrofes sin fin, sufrimiento, enfermedad e injusticias, nos hace pensar que el mundo está loco y, por ello, cada uno se siente morir un poco más cada día.

Sólo la luz, el renacer de la Naturaleza nos hace recordar cada año que hay un tiempo también en el que reímos, gozamos y ¿por qué no podremos volver a renacer de nuestras cenizas como el Ave Fénix, de nuestras decepciones, de cada dolor, al igual que vemos resurgir la fuerza de la vida en cada brote tierno, en cada flor, en cada árbol que ofrece su nuevo manto, como una promesa cierta de que todo vuelve a ser posible, hermoso o verdadero en cada primavera? Aunque algo interior nos diga que eso ya no es posible por el devenir inexorable del tiempo, quizás la pregunta en sí, la misma duda, sea el regalo que cada año nos trae el solsticio del 21 de marzo en el que se puede ser, aunque sea por unos breves instantes, otro brote tierno del árbol de la vida, uno más en el que el prodigio de la existencia parece ofrecer el resurgir de la propia vida, muchas veces acompañada de reacciones en forma de alergias, úlceras o depresiones, como recordando que la materia es limitada y tiene que pagar tributo.

El renacer de la Naturaleza es una esperanza nueva en cada vida, esa que vivimos a golpe de estación, de años, meses y días en los que siempre alumbra de nuevo la promesa incierta de un futuro que siempre parece más prometedor a la luz exuberante y vivificadora de cada primavera.




Ana Alejandre



Copyright 2007. Reservados todos los derechos


Otros enlaces de Ana Alejandre


A continuación, se relacionan otros enlaces a webs y blogs de Ana Alejandre, con una breve referencia a su contenido y periodicidad de actualización:

http://www.anaalejandre.com
(Trimestrall, próxima actualización marzo 2007)
(Web dedicada a la literatura en general y con textos varios de su autora)

http://www.abecedarioalejandrino.blogspot.com (quincenal )
(Comentarios sobre política, exclusivamente)

http://www.alejandralia.blogspot.com (bimensual)
(Monográficos sobre aficiones: cine, música, pintura, fotografía, viajes, etc.)

http://www.internalia.blogspot.com (bimensual)
(monográficos sobre escritores no hispanohablantes)

http://www.anaalejandre.blogspot.com (quincenal )
(Crónicas, comentarios, críticas y plácemes sobre la actualidad no política)

http://www.epistolarium.blogspot.com (quincenal )
(Cartas abiertas a personajes públicos, instituciones y personas anónimas)

http://www.en-onda.blogspot.com
(comentarios sobre los medios de comunicación, en especial la televisión)

http://www.ecosmundanos.blogspot.com ((Medios de de comunicación. en especial la prensa y sus protagonistas)

http://www.diariomarginal.blogspot.com (mensual)
(los temas marginales y los marginados por la sociedad)

http://www.humorolandias.blogspot.com ¡¡¡Próximamente!!!
(El humor, sus creadores en todas sus formas de expresión)

http://www.historalia.blogspot.com ¡¡¡Próximamente!!!
(La historia y sus enigmas aún no resueltos)

23 enero 2007

Al filo de los días



Un nuevo año


Después del largo, larguísimo, paréntesis navideño, ahíto de turrones, cava y mazapanes, y del retraso en la actualización de este blog por otras cuestiones, vuelve A vuelapluma en estos días escarchados por el frío y por las noticias políticas terribles matizadas de atentados terroristas y nuevas amenazas a la paz ciudadana, y nos enfrentamos a otro año que, como todos los ya pasados y los venideros, siempre es una promesa abierta y generosa en la que se hacen múltiples proyectos y nacen esperanzas personales y generales de las que el tiempo determinará su posible cumplimiento o la frustración consiguiente a su fracaso; así como los problemas que surgieron en el año anterior, por esa elasticidad que posee el tiempo que no entiende de barreras ni límites artificiales, pasan al nuevo año a través del cauce formado por el simple discurrir de los días, pero casi siempre acompañados por la esperanza incierta de su posible solución, o su fin, acorde con las esperanzas puestas en ello.

De todas formas, cada año es siempre el inicio de una nueva etapa en esta división del acontecer al que llamamos tiempo en la que es posible que se repitan los mismos errores, las mismas frustraciones y también algún que otro logro que dé nuevos bríos para proseguir en la tarea siempre renovada que es vivir y cumplir con los afanes que la propia vida conlleva.

En el plano literario las nuevas obras inundan las librerías en una sucesión infinita de títulos y autores que le aportan al mercado editorial el dinamismo que todo el año tiene, pero que se acentúa en las Navidades en las que los libros son elemento seguro para regalar y recibir, por los que los grandes y medianos sellos editoriales se esfuerzan por llevar hasta los lectores sus novedades que se irán incrementando a lo largo del año, marcando otro hito importante en el ciclo de las superventas editoriales el de la Feria del Libro, evento que atrae a editores, libreros y autores a las casetas ante las que se arremolinan los lectores de todo el año, pero sobre todo los que tienen unos ciclos de lecturas que siempre coinciden con las fiestas navideñas y el certamen librero, por eso de que leer también es una moda estacional y esa misma inercia atrae a los lectores esporádicos ante las nuevas y múltiples ofertas en letra impresa. Siempre es preferible que se vendan y lean los libros, aunque tenga que ser con los ritmos que marcan las diferentes festividades y eventos aunque sean cíclicos y pasajeros, a que no se atraiga a los potenciales lectores a un sector cada vez más hipersaturado como es el del libro, con continuas ediciones y reediciones que ofrecen un amplio abanico de posibilidades al público lector, aunque sea una minoría la que formamos quienes compramos y leemos los libros a lo largo de todo el año sin atenernos a ciclos, festividades o temporadas.

España es el tercer país de Europa en número de libros editados anualmente, pero uno de los que tiene una menor tasa de lectores, por lo que bienvenidos sean cualquier motivo para acercar a los potenciales lectores hasta los libros que es siempre una unión fructífera porque quien lee un primer libro, será lector de un segundo por curiosidad, por interés o por simple seguimiento de la moda imperante de leer tal o cual obra que se ha convertido en referente obligado para quienes gustan de estar a la moda. Ese fue el caso de la obra “El código da Vinci”, de Dan Brown, perfecto resultado de una buena labor de publicidad editorial sin entrar en consideraciones sobre su posible calidad literaria, porque lo importante es que atrajo a un gran número de lectores que nunca antes habían leído un libro de narrativa, aunque en este caso fuera de historia-ficción con todos los ingredientes de suspense, intriga y esoterismo que siempre atrae a un buen número de lectores, aunque sea una obra muy discutible en todos los aspectos.

Por eso, aprovechando el tirón navideño del libro-regalo, hay que desear que quienes han regalado o recibido un libro en estas fiestas pasadas no sólo lo lean, sino que su lectura les incite a leer otros, sean cuales fueran los títulos y autores elegidos, porque la lectura es un hábito que se inicia con un libro y se va a asentando con los siguientes hasta convertirse, poco a poco, en una actividad imprescindible para quien busca en la página de un libro distracción, conocimiento, o simple información, que son siempre las que proporcionan la clave para conocer mejor al mundo en el que habita y al propio desconocido que cada lector es siempre para sí mismo.



Ana Alejandre



© Copyrigth 2006. Todos los derechos reservados