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20 abril 2006

Breviario -La imagen en el espejo


La imagen que muestra el espejo es como una mirada desenfocada


La crueldad fría del espejo no admite excusas ni excepciones. La cara que muestra es la de quien, desde el otro lado, mira cansado, extrañado o, peor aún, horrorizado por lo que ve. La imagen responde, en una extraña simultaneidad de gestos, a quien, confuso, no acaba de reconocer, o no quiere hacerlo, a su propia imagen reflejada y busca pretextos a lo que le muestra, culpando de su deterioro a la mala calidad del azogue, al cansancio, la enfermedad o, en la mayoría de los casos, a los disgustos y desengaños que se acusan en su rostro. Todo es mejor antes que admitir que esa imagen, irreconocible por no ajustarse a la idealizada que cada uno tiene de sí mismo, no es la que le gustaría tener, la que siempre creía que ofrecía ante los demás. Se da la vuelta y mira hacia otro lado, sabiendo que, cuando vuelva a mirarse en la plateada superficie, será ese mismo rostro que ahora rechaza el que le estará aguardando al otro lado del espejo.



Ana Alejandre



La cara no es jamás opaca del todo. El alma se muestra a través de sus muros.
Aldous Huxley (1894-1963) escritor inglés.

© Copyright 2006. Todos los derechos reservados.


17 abril 2006

Al filo de los días - Como una luz racheada




Como una luz racheada


La ventana, ojo abierto al mundo, deja pasar la luz grisácea de una mañana de primavera temprana. El suelo, mojado por una lluvia intempestiva, charolea en brillos fugaces al ser iluminado por las rojas luces de posición de los escasos automóviles que pasan con su carga anónima de vidas ajenas. No hay ruido, sólo un constante rumor lejano, como del oleaje en la distancia, que indica que la avenida principal está cerca y por ella transcurre el tráfico presuroso de cualquier otra mañana de lunes. La ciudad parece tomar su pulso cotidiano a la vuelta de unas vacaciones cortas para los que marcharon, y también para los que empezaban a disfrutar del silencio y la soledad de calles muchas veces transitadas; pero que, ahora, empezaban a lucir sus mejores galas entre las que el silencio y la escasez de tráfico eran sus más bellos adornos, los más preciados por inusuales.

Todo vuelve a la normalidad agobiante de un día corriente. La felicidad, escasa y casi sutil, de sentirse aislado en un mundo suspenso entre el vértigo de la velocidad y el silencio de las calles por las ausencias múltiples y desconocidas, ha durado muy poco. Ha sido como un fogonazo de libertad; un destello en el que se ha podido vislumbrar que es posible otro tipo de vida, otra forma más gozosa de habitar el mismo espacio de siempre, convertido en una isla en la que vivir en compañía sólo de las presencias imprescindibles, de aquellos que le dan un sentido y un valor a nuestras existencias, porque a ellos estamos unidos por lazos de amor, amistad o simple utilidad. En esa isla de paz ya no tienen cabida las multitudes cotidianas entre las que se puede sentir la peor de las soledades.

Sin embargo, el sortilegio ha durado poco con el regreso de los miles de coches cargados de cansancio, estrés y olor a carburante. El sueño se ha roto como un cristal al ser herido por un rayo que, al apagarse, ha dejado en su lugar un montón de vidrios rotos y la oscuridad en el horizonte.

Todo vuelve a ser igual y, por eso, el día parece ser más gris, aún si cabe, porque ya no hay más claridad tras los cristales que la poca luz racheada que siempre acompaña a la lluvia y al regreso de tantas soledades unidas por el nexo común de querer encontrar el paraíso fuera y lejos del único lugar en el que existe, y que no es otro que el propio hogar, allí donde, de verdad, nos sentimos dueños de nosotros mismos .y de nuestro destino siempre incierto.


Ana Alejandre
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Anecdotario - El lenguaje y el arte.




El lenguaje y el arte:


Sabido es que el lenguaje de muchos artistas en cualquier rama del arte, ya sea literatura, música, o artes plásticas, se presta a confusión, en algunos casos, por la grandilocuencia, el artificio o el exceso de verborrea que se utiliza para querer definir a la obra artística, propia o ajena, cayendo muchas veces en el ridículo o, peor aún, en el disparate más evidente.

A cuenta de esto y como reflejo de lo que pensaba el insigne escritor español Pío Baroja ( (1862-1956) sobre el lenguaje y su uso, especialmente por su tenaz odio hacia la utilización de frases hechas y lugares comunes que no dicen nada aunque suenen rimbombantes -cuestión ésta que le hacía perder los estribos y saltar irritado al oír los tópicos de siempre-, se cuenta que una vez que escuchaba a un determinado pintor que ensalzaba a sus propios cuadros con todo tipo de palabras y adjetivos altisonantes hasta llegar al colmo de decir como argumento para sus exageraciones::

-El arte, Baroja, se hace con sangre.
A lo que el aludido respondió con rapidez y tono irritado:
-¡Déjese usted de tonterías! Con sangre sólo se hacen morcillas.

Y dijo...


“El lenguaje no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo.”


Miguel de Unamuno (1864-1936)



Esta frase de Unamuno parece responder a Pío Baroja en su defensa de un lenguaje claro, preciso y carente de tópicos y lugares comunes. Quien piensa bien, se expresa bien y a la inversa.
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