Buscar este blog

Traductor

17 abril 2006

Al filo de los días - Como una luz racheada




Como una luz racheada


La ventana, ojo abierto al mundo, deja pasar la luz grisácea de una mañana de primavera temprana. El suelo, mojado por una lluvia intempestiva, charolea en brillos fugaces al ser iluminado por las rojas luces de posición de los escasos automóviles que pasan con su carga anónima de vidas ajenas. No hay ruido, sólo un constante rumor lejano, como del oleaje en la distancia, que indica que la avenida principal está cerca y por ella transcurre el tráfico presuroso de cualquier otra mañana de lunes. La ciudad parece tomar su pulso cotidiano a la vuelta de unas vacaciones cortas para los que marcharon, y también para los que empezaban a disfrutar del silencio y la soledad de calles muchas veces transitadas; pero que, ahora, empezaban a lucir sus mejores galas entre las que el silencio y la escasez de tráfico eran sus más bellos adornos, los más preciados por inusuales.

Todo vuelve a la normalidad agobiante de un día corriente. La felicidad, escasa y casi sutil, de sentirse aislado en un mundo suspenso entre el vértigo de la velocidad y el silencio de las calles por las ausencias múltiples y desconocidas, ha durado muy poco. Ha sido como un fogonazo de libertad; un destello en el que se ha podido vislumbrar que es posible otro tipo de vida, otra forma más gozosa de habitar el mismo espacio de siempre, convertido en una isla en la que vivir en compañía sólo de las presencias imprescindibles, de aquellos que le dan un sentido y un valor a nuestras existencias, porque a ellos estamos unidos por lazos de amor, amistad o simple utilidad. En esa isla de paz ya no tienen cabida las multitudes cotidianas entre las que se puede sentir la peor de las soledades.

Sin embargo, el sortilegio ha durado poco con el regreso de los miles de coches cargados de cansancio, estrés y olor a carburante. El sueño se ha roto como un cristal al ser herido por un rayo que, al apagarse, ha dejado en su lugar un montón de vidrios rotos y la oscuridad en el horizonte.

Todo vuelve a ser igual y, por eso, el día parece ser más gris, aún si cabe, porque ya no hay más claridad tras los cristales que la poca luz racheada que siempre acompaña a la lluvia y al regreso de tantas soledades unidas por el nexo común de querer encontrar el paraíso fuera y lejos del único lugar en el que existe, y que no es otro que el propio hogar, allí donde, de verdad, nos sentimos dueños de nosotros mismos .y de nuestro destino siempre incierto.


Ana Alejandre
© Copyright 2006. todos los derechos reservados.

Anecdotario - El lenguaje y el arte.




El lenguaje y el arte:


Sabido es que el lenguaje de muchos artistas en cualquier rama del arte, ya sea literatura, música, o artes plásticas, se presta a confusión, en algunos casos, por la grandilocuencia, el artificio o el exceso de verborrea que se utiliza para querer definir a la obra artística, propia o ajena, cayendo muchas veces en el ridículo o, peor aún, en el disparate más evidente.

A cuenta de esto y como reflejo de lo que pensaba el insigne escritor español Pío Baroja ( (1862-1956) sobre el lenguaje y su uso, especialmente por su tenaz odio hacia la utilización de frases hechas y lugares comunes que no dicen nada aunque suenen rimbombantes -cuestión ésta que le hacía perder los estribos y saltar irritado al oír los tópicos de siempre-, se cuenta que una vez que escuchaba a un determinado pintor que ensalzaba a sus propios cuadros con todo tipo de palabras y adjetivos altisonantes hasta llegar al colmo de decir como argumento para sus exageraciones::

-El arte, Baroja, se hace con sangre.
A lo que el aludido respondió con rapidez y tono irritado:
-¡Déjese usted de tonterías! Con sangre sólo se hacen morcillas.

Y dijo...


“El lenguaje no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo.”


Miguel de Unamuno (1864-1936)



Esta frase de Unamuno parece responder a Pío Baroja en su defensa de un lenguaje claro, preciso y carente de tópicos y lugares comunes. Quien piensa bien, se expresa bien y a la inversa.
© Copyright 2006. Todos los derechos reservados.

Comentario sobre "Memoria de mis putas tristes".



La obra "Memoria de mis putas tristes", de García Márquez, es considerada por algunos como poco representativa de dicho autor; pero no por su ligereza o poca extensión, como parecen señalar -ya que"El coronel no tiene quien le escriba" es una obra del mismo autor y de corta extensión, pero portentosa en su desarrollo y, además, es su preferida, según afirmaba en una entrevista de hace años--, sino porque la última obra de este autor está inspirada en la novela "La casa de las bellas durmientes" de Yasunari Kawabata, magistral obra que García Márquez recrea con su peculiar visión;pero es tan fiel a la obra que le inspira que, incluso, tiene similar extensión material en el número de páginas. Desde luego, es extraño que en niguna crítica de esta última obra de García Márquez, de las que he podido leer, no se haga hincapié en las curiosas coincidencias entre ambas, tanto en el tema a tratar como en las circunstancias personales del protagonista que es casi un sosias del creado por el autor japonés.

La ligereza de la que acusan algunos a dicho obra de García Márque, no deviene de su brevedad, como apuntan, o de su ligereza literaria, sino de la falta de originalidad, ya que "Memoria de mis putas tristes", al no ser nada más que la recreación del personalísimo universo del autor japonés por parte de García Márquez, carece de esa frescura que toda obra original ofrece cuando es una muestra del propio talento creador de su autor, sin influencias externas.

En cuanto a si la ligereza de la que acusan a "Memoria de mis putas tristes", como otras tantas obras actuales, está motivada por su brevedad o no, creo que no es cierta esa similitud que algunos quieren buscar entre brevedad y "levedad literaria", porque obras mastodónticas en su extensión son ligeras en su contenido, sobrado en palabras y falto en conceptos. Ya decía Baltasar Gracián que: Lo bueno si es breve es doblemente bueno, pero eso no significa lo contrario: que lo malo si es breve sea menos malo o, menos aún, que lo bueno si no es breve, sea menos bueno. La cantidad no es atributo de la calidad; pero sí la calidad es un atributo de la esencia y no de la apariencia. Y la esencia de la obra de un autor no es más que la propia y personal visión del mundo del que él es sólo un espejo que refleja la imagen a tráves de su personal punto de vista y, sobre todo, de su maestría narrativa.

Desde luego, poca o ninguna originalidad ha tenido García Márquez al elegir un tema ya tratado con excesivas coincidencias, sobre todo, por el autor japonés, que fue el creador de la bellísima historia y de sus protagonista. En este caso García Márquez recrea la misma historia; pero aportándole su pluma magistral a la hora de crear atmósferas que es, en definitiva, su característica más genial como autor; aunque la falta de originalidad en la trama argumental no resta un ápice de la calidad literaria de este escritor que la ha demostrado nuevamente.

Excelente obra la suya, anque con la anotación hecha de haberse inspirado en otra ya existente de un autor lejano en el espacio cultural y en el tiempo en el que fue escrita "La casa de las bellas durmientes", más de treinta años atrás. A pesar de ello, la novela de García Márquez no es "ligera" por su corta extensión, sino porque, al leerla, cualquier lector avezado nota que esa historia y sus protagonistas le suenan demasiado y eso le resta la frescura y el peso específico de cualquier obra original y auténtica de un escritor de talla demostradamente genial como es el caso de García Márquez.


Ana Alejandre

Y dijo...

Nunca me jactaré de los libros que he escrito; eso que lo hagan otros. Sólo me jactaré de los que he leído. (Jorge Luís Borges).

© Copyright 2006. Todos los derechos reservados.

Lecturas escogidas - Mi canon


Mi canon literario

Son quince obras de lectura y relectura placentera y deseada, aunque hay muchas otras igualmente válidas para estar en el canon. Sólo he indicado
esta quincena; pero podían ser más.

El Quijote (M. de Cervantes)
El Buscón (F. Quevedo)
El Rey Lear (W. Shaskepeare)
Madame Bovary (G. Flaubert)
Crimen y Castigo (F. Dostoievski)
Ulises (J. Joyce)
El Extranjero (A. Camus)
El Libro del Desasosiego (F. Pessoa)
La insoportable levedad del Ser (M. Kundera)
El coronel no tiene quien le escriba (G. García Márquez)
Rayuela (J. Cortázar)
La colmena (C. J. de Cela)
Juegos de la edad tardía (Luís Landero)
Las uvas de la ira (J.Steinbeck)
Pedro Páramo (Juan Rulfo)

No están todas las que son; pero sí son todas las que están.

Aconsejo su lectura a quienes aún no las hayan disfrutado.




© Copyright 2006. Todos los derechos reservados.