Mario Benedetti |
Digamos
que te alejas definitivamente
hacia
el pozo de olvido que prefieres,
pero
la mejor parte de tu espacio,
en
realidad la única constante de tu espacio,
quedará
para siempre en mí, doliente,
persuadida,
frustrada, silenciosa,
quedará
en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu
corazón de una promesa única
en mí
que estoy enteramente solo sobreviviéndote.
Después
de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente
agrio, de invencible ternura,
ya no
importa que use tu insoportable ausencia
ni que
me atreva a preguntar si cabes
como
siempre en una palabra.
Lo
cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente
idéntica a las otras
que
repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente
un eco irremediable
de mi
voz como niño, esa que no sabía.
Ahora
qué miedo inútil, qué vergüenza
no
tener oración para morder,
no
tener fe para clavar las uñas,
no
tener nada más que la noche,
saber
que dios se muere, se resbala,
saber
que dios retrocede con los brazos cerrados,
con
los labios cerrados, con la niebla,
como
un campanario atrozmente en ruinas
que
desandara siglos de ceniza.
Es
tarde. Sin embargo yo daría
todos
los juramentos y las lluvias,
las
paredes con insultos y mimos,
las
ventanas de invierno, el mar a veces,
por no
tener tu corazón en mí,
tu
corazón inevitable y doloroso
en mí
que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Como siempre
Aunque
hoy cumplas
trescientos
treinta y seis meses
la
matusalénica edad no se te nota cuando
en el
instante en que vencen los crueles
entrás
a averiguar la alegría del mundo
y
mucho menos todavía se te nota
cuando
volás gaviotamente sobre las fobias
o
desarbolás los nudosos rencores
buena
edad para cambiar estatutos y horóscopos
para
que tu manantial mane amor sin miseria
para
que te enfrentes al espejo que exige
y
pienses que estás linda
y
estés linda
casi
no vale la pena desearte júbilos y lealtades
ya que
te van a rodear como ángeles o veleros
es
obvio y comprensible
que
las manzanas y los jazmines
y los
cuidadores de autos y los ciclistas
y las
hijas de los villeros
y los
cachorros extraviados
y los
bichitos de san antonio
y las
cajas de fósforo
te
consideren una de los suyos
de
modo que desearte un feliz cumpleaños
podría
ser tan injusto con tus felices
cumpledías
acordate
de esta ley de tu vida
si
hace algún tiempo fuiste desgraciada
eso
también ayuda a que hoy se afirme
tu
bienaventuranza
de
todos modos para vos no es novedad
que el
mundo
y yo
te
queremos de veras
pero
yo siempre un poquito más que el mundo.
Defensa de la alegría
a
Trini
Defender
la alegría como una trinchera
defenderla
del escándalo y la rutina
de la
miseria y los miserables
de las
ausencias transitorias
y las
definitivas
defender
la alegría como un principio
defenderla
del pasmo y las pesadillas
de los
neutrales y de los neutrones
de las
dulces infamias
y los
graves diagnósticos
defender
la alegría como una bandera
defenderla
del rayo y la melancolía
de los
ingenuos y de los canallas
de la
retórica y los paros cardiacos
de las
endemias y las academias
defender
la alegía como un destino
defenderla
del fuego y de los bomberos
de los
suicidas y los homicidas
de las
vacaciones y del agobio
de la
obligación de estar alegres
defender
la alegría como una certeza
defenderla
del óxido y de la roña
de la
famosa pátina del tiempo
del
relente y del oportunismo
de los
proxenetas de la risa
defender
la alegría como un derecho
defenderla
de dios y del invierno
de las
mayúsculas y de la muerte
de los
apellidos y las lástimas
del
azar
y
también de la alegría.
Desde el alma
Vals
Hermano
cuerpo estás cansado
desde
el cerebro a la misericordia
del
paladar al valle del deseo
cuando
me dices/ alma ayúdame
siento
que me conmuevo hasta el agobio
que el
mismísimo aire es vulnerable
hermano
cuerpo has trabajado
a
músculo y a estómago y a nervios
a
riñones y a bronquios y a diafragma
cuando
me dices/ alma ayúdame
sé que
estás condenado/ eres materia
y la
materia tiende a desfibrarse
hermano
cuerpo te conozco
fui
huésped y anfitrión de tus dolores
modesta
rampa de tu sexo ávido
cuando
me pides/ alma ayúdame
siento
que el frío me envilece
que se
me van la magia y la dulzura
hermano
cuerpo eres fugaz
coyuntural
efímero instantáneo
tras
un jadeo acabarás inmóvil
y yo
que normalmente soy la vida
me
quedaré abrazada a tus huesitos
incapaz
de ser alma sin tus vísceras