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22 febrero 2009

ANA MARÍA MATUTE

Ana María Matute

por Ana Alejandre

Ana María Matute, novelista española, nació en Barcelona el 26 de julio de 1926. Hija de familia acomodada, su vida transcurrió en la infancia y adolescencia con múltiples enfermedades y largos periodos de convalecencia. Tuvo una decidida vocación literaria desde la adolescencia, lo que la llevó a publicar sus primeros relatos a los 16 años.

Vivió una infancia marcada por la guerra, lo que le llevó a escribir sobre esas traumáticas experiencias personales y la de “los niños asombrados” como se refería a todos los menores que tuvieron que vivir el horror de la guerra sin comprender el sentido de toda aquella barbarie. Su visión de la contienda civil la plasmó en obras posteriores entre la que destaca Los Abel (1948) en la que hace una comparación de la Guerra Civil con el conflicto abelita-cainita, por ser los dos bandos formados por españoles.

Posteriormente escribió Fiesta al Noroeste y a la que publicó en 1953, siendo premiada con el premio Café Gijón de 1952;. En 1954 obtuvo el premio Planeta con una obra escrita muchos años antes, titulada Pequeño teatro. Los hijos muertos obtuvo, en 1958, el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura. Posteriormente, en 1959, obtuvo el Premio Nadal con la novela Primera Memoria. Su obra Los soldados lloran de noche, fue galardonada con el Premio Fastenrach de la Real Academia de la Lengua Española en 1964.

Otros títulos son La trampa (1969) y La torre vigía (1971) en las que destaca, como en muchas de sus obras anteriores, la mirada infantil o adolescente que trata de comprender un mundo del que se siente lejano afectivamente, pero cercanamente doloroso e incomprensible. Su estilo literario que se pone en evidencia en toda su obra es que sus narraciones comienzan de una forma manifiestamente lírica; pero van decantándose, a medida que avanza la narración, hacia un realismo evidente y, en algunos momentos, intensamente descarnado.

En 1952 se casó con el escritor Eugenio de Goicoechea. Su hijo, Juan Pablo, nació en 1954, y el matrimonio se separó en 1963.

Obras posteriores son El tiempo (1956), y Historias de la Artámila (1961). Las luciérnagas, es un relato reeditado íntegramente en 1993, pero que había sido publicado en 1954 con el título En esta tierra muy censurado porque su trama trata de la posguerra.

Ha cultivado el género infantil con gran entusiasmo, lo que le valió en 1965 obtener el premio Lazarillo por su obra El polizón de Ulises.

De 1965 a 1966 Matute ejerció de lectora a Bloomington (Indiana) y en 1968 en Norman (Oklahoma). Después de un largo paréntesis de silencio literario, en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con el título Sólo un pie descalzo. En 1996 publicó lq que se considera su obra maestra Olvidado Rey Gudú y en ese año fue elegida académica de número de la Real Academia Española. Aranmanoth, título publicado en el 2000, es una obra ambientada en la edad media. Por último, su más reciente publicación es Cuentos de la infancia que es un insólito volumen en el que la escritora publica los cuentos y los dibujos que realizó en su niñez.

La literatura de Ana María Matute no está exenta de compromiso social, aunque en todo momento se nota su no adscripción a partido polítco alguno. Es decir, critica la sociedad como una ciudadana más, sin buscar culpbles en determinados representantes de ninguna ideologías políticas de las que en todo momento parece desbancarse, porque el mal parece estar en la propia sociedad que se siente incapaz de resolver sus contradicciones y sus graves problemas.

Aunque participa del realismo en la literatura tan en boga en los escritores de su tiempo, ha logrado un estilo personal que busca en la imaginación, ayudada por el fuerte lirismo que se desprende de sus obras, un estilo en el que predomina lo emocional y sensorial. Consigue con ello una perfecta simbiosis entre la denuncia social y el mensaje poético, que conforma su estilo inconfundible que tiene como telón de fondo la España de la posguerra, siempre vista desde los ojos infantiles o adolescentes.

Es, por ello, una escritora de intensa lectura por su prosa ágil, inteligente y en la que se encuentra las resonancias de un universo íntimo, pero al mismo tiempo social, que conmueve por su indudable belleza.

Comentarios de una lectora


Aranmanoth, de Ana María Matute

por Ana Alejandre



Este libro fue publicado cuatro años más tarde que la obra que constituyó un éxito clamoroso como fue Olvidado Rey Gudú.

Aranmanoth es otra obra ambietada en la Edad Media, a modo fábula sobre la naturaleza de los deseos, la realidad de los sueños y la brevedad de la vida.


El personaje principal, Orso, hijo único del Señor de Lines, cuando ingresa en el mundo real de los hombre, abandonando el que hasta entonces había habitado, y en el que había estado inmerso en el mundo de los sueños, dejando, por ello, de ori las voces enigmáticas que pueblan sus sueños, para tomar conciencia del mundo real en el que no era posible y «raramente tenían cabida cavilaciones acerca de sentimientos, voces y secretos».


Había sido educado para la guerra y, por ello, es armado caballero. Sin embargo, de vuelta a casa, se topa con un ser de otro mundo, a la que califica como la más pequeña de las hadas del agua. De ese misterioso encuentro nacerá Aranmanoth, un niño que tiene doble naturaleza mágica y humana, al mismo tiempo, en una dualidad misteriosa.


Esta naturaleza dual le obligará a vivir solo, pero no del todo, y también le impide comrpender el mundo que lo rodea en parte. Su padre, Orso, se casará después con Windumanoth, una niña que fue confiada a Aranmanoth a lo largo de su infancia. De esta amistad entre niños ,en la que se prodigan confidencias y secretos, además de compartir los juegos, les hará huir hacia el Sur juntos, en búsqueda de una tierra en la que creen que van a encontrar un territorio mítico que les brindará bienestar y dicha. Sin embargo, el destino de ambos se trunca por la amenaza que pesa sobre ese amor nacido imposible y la narración se decanta hasta el terrible final.


Aunque esta obra fue creada como un cuento para adultos, sin embargo, se mueve a lo largo de toda la narración entre la: realidad y la ficción, oscilando entre los polos opuestos que representan la utopía y la desesperanza de no conseguirla; la ternura y la violencia, la luz y la oscuridad y, en definitiva, el bien y el mal. Matute sin embargo, utiliza sabiamente el concepto de la inocencia como rendentora de culpas ajenas, por lo que pagará en su propia carne las culpas de otros.


La autora, por ello, incluye a lo largo de la obra ciertas máximas de tinte pesimista como son :“Dejad de buscar lo imposible”, “Protegeos de vuestros deseos”, y otros similares con los que quiere poner el acento en la fugacidad de los sueños humanos, y sobre ellos aparece, sabiamente perfilado, el siempre confuso universo de los sentimientos que habitan en el corazón humano, al que esta escritora define como “ese gran depredador”, que puede transformarse en fiera cuando intenta hacer realidad los sueños que alimentan esos sentimientos.

Esta obra, pues, de excelente y cuidada prosa escrita de forma mesurada, como no queriendo dar rienda suelta a todo el caudal emocional de su autora, aunque no representa un hito importante como fue Olvidado Rey Gudú en la trayectoria literaria de Ana María Matute, sí nos recuerda de forma evidente que esta escritora magistral ,con tan dilatada experiencia literaria, pues lleva más de cincuenta años escribiendo, está presente en el ámbito literario español actual y que esta obra revalida su gran prestigio y su buen hacer con un libro que no trata sólo de una historia situada en la Edad Media, esa etapa tan oscura de la Historia, sino que trata, sobre todo, de esa zona oscura e ignota que es el corazón humano en el que anidan los deseos,, las esperanzas y las utopiás, convirtiéndose así en el motor que pone en marcha la voluntad del hombre para hacer realidad sus sueños.de felicidad